“¡Cómo ha cambiado mi vida y cómo, en el fondo, no ha cambiado nada!”
Investigaciones de un perro, Franz Kafka
En uno de esos lúgubres días de octubre, el expresidente Uribe Velez y su séquito de abogados, lacayos y guardaespaldas, aguardaban silenciosos tras las cámaras, a que el abogado de la defensa de las víctimas, Reinaldo Villalba, avanzara en su explosivo alegato. Hacia ya más de tres largos y penosos años que las cosas se le venían enredando al expresidente, con ocasión del fallo de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), mediante el cual decidió archivar el proceso contra el senador Iván Cepeda Castro y abrir una investigación en su contra por manipulación de testigos y fraude procesal y, al mismo tiempo, compulsar copias a la justicia ordinaria contra el abogado Diego Cadena y otros determinados.
Por la blanquecina cabeza del ahora imputado expresidente, desfilaban un sinfín imágenes de cientos de reuniones y conversaciones, de las cuales fue protagonista tratando de reversar el fallo de la CSJ que desde entonces lo mantienen encadenado a este proceso.
Era consciente que esté deja vú, en que se han transformado sus días de retiro forzado en el Ubérrimo, comenzó cuando las falsas acusaciones contra su enemigo político, el senador Cepeda, se le devolvieron como un boomerang. Y, ahora, era él, el que estaba en el banquillo de los acusados. Se encontraba en un callejón sin salida, donde todo el entramado de su embrujo autoritario se le vino abajo, como un castillo de naipes, dejando al descubierto su verdadero rostro de determinador de crímenes de lesa humanidad, ocurridos durante los últimos 20 años en el país.
¿En qué momento habia pérdido las riendas del control autoritario de sus determinaciones? ¿Cómo era posible que esto le estuviera ocurriendo a él, ahora que su partido había logrado acumular todo el poder supremo, y controlar todos las ramas del poder público, anulando los precarios contrapesos de la maltrecha democracia restringida que impera en Colombia?. Esto era algo que en sus cursos de verano de ciencia política en Harvard, nunca se lo explicaron.
Sabia perfectamente que su gran habilidad como influenciador de la opinión pública y determinador de la voluntad de sus seguidores, se había desvanecido como espuma. Y guardaba sentimientos encontrados con su designado, el presidente Ivan Duque, a quien siempre protegia como a un hijo bobo. Pero era conciente de su ineptitud e incapacidad para cuidarle sus tres “huevitos”. Duque había dejado escapar, como agua por entre los dedos, las inmensas oportunidades de afianzar su legado y encubrir sus crímenes.
Ahora, desde esa “jaula de oro” -en que se le ha transformado su estadía en la extensa hacienda de Córdoba- contempla impotente la meteórica caída de su popularidad y el creciente desprestigio del régimen político uribista que, él con tanto esfuerzo y sagacidad logró construir como un “estado de excepción” para albergar toda la pestilencia de la narcopolítica y de la plutocracia que lo rodea.
En medio del torbellino de sus atormentados recuerdos, era consciente que todo su tinglado de trapisondas y mentiras, comenzó a venirse a bajo cuando, en el desespero por reversar la decisión de la CSJ, perdió los estribos y se inmiscuyo directamente en el bajo mundo de la compra de testigos falsos. Llamó personalmente a Diego Cadena, un ladino abogaster, acostumbrado a sobornar testigos y a fabricar pruebas falsas para ayudar a los narcotraficantes a evadir la justicia, y lo hizo su aliado incondicional. Aprovechando la devoción que le profesaba, le encomendó el trabajo sucio de buscar y comprar falsos testigos en las cárceles que le permitirá: desacreditar testimonios que lo comprometían a él y a su hermano Santiago Uribe -preso por la conformación de grupos paramilitares-; desprestigiar a los Magistrados de la CSJ; y señalar al senador Cepeda como instigador de las acusaciones en su contra.
No obstante, que trató de mantener oculta esta conspicua relación con el abogado Cadena -como ocurre con las relaciones clandestinas que se quieren esconder- se hizo pública, cuando las autoridades judiciales encontraron un hilo conductor entre el exsenador Uribe, el abogado Cadena y reconocidos jefes paramilitares que purgan condenas en las cárceles por crimenes de lesa humanidad y que estarían dispuestos a colaborar con las causas del expresidente Uribe. Estas revelaciones de la CSJ, terminaron por correr el velo que mantenian al expresidente afianzado en su acostumbrado patron de “tirar la piedra y esconder la mano”, dejando que sus subalternos hicieran el trabajo sucio.
¡Proceda, doctor Diego¡ ¡Hay que seguir en la batalla¡ Eran las frases que se le escuchaban decirle al abogado Cadena, para avalar su proceder delictivo. Al igual que ocurrió durante los largos años de sus mandatos, estaba completamente seguro que sus subalternos cumplirían sus ordenes al pie de la letra, aún a costa de sacrificar su integridad personal. ¡Es larga la lista de colaboradores y amigos suyos, que purgan condenas o han tenido que huir para encubrir las torcidas ordenes de su admirable jefe¡
Pero, los tiempos han cambiado. Ahora, las imputaciones han recaido directamente sobre él. Por eso, su rostro ha perdido todo el brillo del encanto autoritario, y ahora una mancha amarillenta, como de rigidez cadaverica, le cubre la cara. Tal vez, esa sea la razón para que ahora prefiera apagar la cámara del zoom y dejar que sean sus abogados los que den la cara!
En estas circuntancias tan aciagas para el imputado expresidente, tal vez sus abogados hayan pensado en la posibilidad de aconcejarle se acoja a los beneficios de la JEP; pero esto significaria el reconocimiento final de su fracazado plan de hacer trizas los acuerdos de paz y, eso, para el determinador significaría su muerte política. Por esas razones, saben que ahora no tienen más opción que prolongar la agonía del difunto y esperar que las inmensas presiones y veladas amenazas sobre la juez que ahora conduce el proceso contra el expresidente, terminen por doblegar la voluntad de hacer justicia.
Pero aún, en el caso de un improbable fallo de preclusión en favor del imputado expresidente, como lo ha solicitado el fiscal Gabriel Jaimes, es tal el cúmulo de evidencias y pruebas de la conducta dolosa de Uribe Velez que va a ser imposible escapar, ya no solo a la condena de la opinión pública nacional y mundial, sino a la justicia misma. Ya bien sea en Colombia o ante la Corte Penal Internacional -que tiene sus ojos puestos en este juicio-, el expresidente tendrá que responder por sus delitos.
La suerte del expresidente Uribe está irremediablemente encadenada a este proceso histórico.
Luis Alfredo Muñoz Wilches, octubre de 2021
Potre 1: RCN dice que la exministra Adudinen salió del país por razones personales y está en lo cierto, salió huyendo para eludir el llamamiento a juicio de la CSJ, una razón muy personal.
Postre 2: La nueva ministra de las TIC, Carmen Ligia Valderrama, que según la revista Semana tiene la lupa puesta en recuperar los 70 mil millones entregados por su antecesora a Centros Poblados, no supo responder en entrevista a la doble W, cómo va ha proceder para recuperar esos dineros de los Colombianos; en cambio fue muy diligente en responder que no tiene ninguna inhabilidad para decidir sobre el pleito de las plataformas del transporte privado, por que viene de actuar a favor de una de ellas. (SIC!!!)
Postre 3: La Función Pública confirmó que el director de la DIAN ocultó la sociedad que tiene en el paraíso fiscal Delaware en su declaración de bienes y rentas (SIGEP) del año 2020, por que no lo consideró conveniente para sus interés como elusor de impuestos.