viernes, 24 de julio de 2020

El irresistible ascenso de Arturo Char o la metamorfosis del Caciquismo costeño

“No vamos a ofrecerle ninguna nueva farsa

no es la farsa inventada, ni la farsa imaginada,

ni la farsa expurgada. 

Lo que les ofrecemos es ya bien conocido:

El drama de los gángsters según lo hemos vivido

Bertol Brecht, La resistible ascensión de Arturo Ui, 1941

Cuentan los historiadores que el 20 de julio del 2020, -día de la independencia- llegó a la presidencia del Senado de la República de Colombia, Arturo Char. Un joven cantante barraquillero del género de la champeta y bisnieto de Fuad Ricardo Char Zaslawy, un sirio-libanés, que había llegado al país un siglo antes siguiéndole los pasos de su hermano mayor, Nicolás. Fuad Ricardo tenía apenas 26 años y venía huyéndole a la primera guerra mundial, a la cual fué conducido por los ejércitos turcos. Solo tenía consigo los conocimientos en joyería aprendidos durante su primer exilio en Estambul.

Los Char se establecieron en la legendaria Lorica Saudita. Allí, Ricardo abrió su primer taller de joyería donde -a diferencia de Aureliano Buendía- no fabricaba “pescaditos de oro” sino macizas morrocotas de oro de las minas de Marmato y Mompox, que luego vendía en los pueblos de la costa caribe y algunas de esas monedas las enviaba a Damasco, su tierra natal, para ayudar a su familia. Así logró tener una pequeña fortuna que, años más tarde, le serviría para comprar un almacén de telas, el “Olimpico”, en pleno corazón de Barranquilla.

Como ellos, muchos emigrantes sirio-libanéses con pasaporte turco, extendieron su linaje y su comercio por los pueblos del Caribe colombiano. Con su amalgama de lenguas, especias, acentos, sabores y mercaderías, lograron transformar el comercio y muchas costumbres de las tradicionales familias costeñas asentadas principalmente en las ciudades de Cartagena, Sabanalarga, Lorica, Montería, Santa Marta y Barranquilla.

En medio de esta prosperidad económica, la estirpe de los Char, fiel al espíritu mercantil y su amor por el lucro, logró amasar una fortuna, mezclando magistralmente los negocios con el poder político regional para construir un emporio económico que, según la revista Forbes fue calculado en cerca de U$1,350 millones, y ocuparon el 7º puesto dentro de los más ricos del país.

En ese día Arturo Char recordaría, estando frente a los micrófonos encendidos de la webinar del honorable Congreso de la República, lo que había aprendido en el seno de su familia, que los negocios y el poder son las dos caras de la misma moneda. En su irresistible ascenso a la presidencia del Senado, Arturo había tenido que transar con muchos representantes de la corrupta clase política del país, sobornar a jueces y funcionarios públicos, dispensar favores a sus aliados y seguidores, ejercer la violencia cuando era necesario y, hasta, participar en el blanqueo de los dineros de muchos mafiosos amigos de su padre, don “Fuad”, que frecuentaban su casa en Barranquilla.

Los negocios de la familia Char siempre fueron prósperos y contaron con “buen viento y buena mar” hasta amalgamar una inmensa fortuna, conformada por una red de cientos de supermercados, hipermercados (SAO), superdroguerías, la cadena de emisoras Olímpica Stereo, miles de negocios y su propia compañía de financiamiento, Servinanza. Los negocios en el año 2019 le reportaron ingresos por más de 1.500 millones de dólares y utilidades de 25 millones de dólares. Sin embargo, la ambición y el afan de lucro llevaron a la familia Char a romper todas las barreras éticas y comerciales para incursionar en los negocios inmobiliarios que se abrían paso al ritmo de la modernización de la ciudad de Barranquilla y del boom de los dineros del narcotráfico.

Barranquilla, había experimentado un crecimiento económico y financiero desde finales del siglo XX que le permitió transformarse en el centro comercial e industrial más dinámico del caribe colombiano. Este proceso se dio gracias a la convergencia de tres factores: el primero, la localización geográfica de la ciudad reconocida como la Puerta de Oro de Colombia, el segundo, la apertura económica y, particularmente, los Tratados de Libre Comercio -TLC- y el tercero, la avalancha de dineros provenientes del narcotráfico que ayudaron a financiar su expansión y modernización urbanística, comercial y financiera.

Pero lo que parecía una exitosa combinación de negocios se transformó en un peligroso coctel que explotó, cuando el gobierno de los Estados Unidos cuestionó el crecimiento del emporio de los Char, los metió en la lista Clinton y les retiró la visa de entrada a su país.

Con semejante “cocotazo”, don Fuad, sufrió el traspies más grave de su exitosa carrera, y tuvo que hacer giro para abrirse paso en la arena política. Gracias a los triunfos de su equipo “el Junior de Barranquilla” y a las alianzas con la corrupta clase política costeña, logró construir un capital político propio. Primero a través su adhesión al clan de los Name Terán. Luego mediante su “matrimonio político” con el patriarca conservador, Roberto Gerleín.

Sin embargo, cansado, cómo estaban los barranquilleros con los caciques políticos tradicionales que, según palabras de don “Faud”, “Solo se le acercaban para pedirle puestos y partidas presupuestales”, en el año 1992 decidió apartarse de la clase política y apoyar a Gustavo Bell y al cura Bernardo Hoyos, candidatos a la gobernación del Atlántico y la alcaldía de Barranquilla, respectivamente. Con esta jugada política logró vencer a sus copartidarios y convertirse en un cacique político costeño de nuevo cuño.

Conociendo como más el sistema político colombiano, caracterizado por combinar las diferentes formas de clientelismo, el acceso de los Char a la arena política tuvo que hacerse utilizando todo el arsenal de instrumentos y prácticas clientelistas y mafiosas: el otorgamiento de regalos y bienes materiales, la dispensa de favores y puestos públicos, la protección, la intimidación y la negociación de los bienes y servicios públicos.

A los Char, se les acusó de estar envueltos en una red de corrupción y delitos electorales que se coordinaban desde la famosa “Casa Blanca” de Barranquilla. Desde allí, la senadora conservadora y protegida de los Char, Aida Merlano dirigía la compra de votos. El mismo día de su elección en el año 2018, fue detenida y posteriormente condenada por la Corte Suprema de Justicia a 15 años de prisión por estos delitos. Sin embargo, un mes después de esa condena, fue protagonista de una espectacular y cinematográfica fuga cuando asistía a una cita odontológica en un Centro Médico al norte de Bogotá.

Meses más tarde, Aida Merlano fue capturada en la ciudad venezolana de Maracaibo por parte de las autoridades del vecino país. Desde allí dio unas explosivas declaraciones que salpicaron a la crema y nata de la clase política barranquillera y, particularmente, a Arturo Char, de quién dijo planeó y pagó por su fuga. Por estos hechos, el nuevo presidente del Senado fue llamado a indagatoria preliminar por parte de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema. La diligencia fue reiteradamente aplazada por diferentes recursos interpuestos por los abogados de la familia Char, según los periódicos de la época.

Tal como quedaron reseñados en los anales de los diarios y los despachos judiciales, a los Char se les acusaba de hacer parte de una red de corrupción que los vinculaba con delitos tales como la compra de votos con dineros ilegales provenientes de sobornos de Odebrech y la violación de los topes electorales. Incluso, David Char, uno de los sobrinos del clan, fue condenado por sus nexos con los paramilitares del Bloque Norte de las AUC, de quienes reconoció, en el testimonio dado a la JEP, haber recibido 50 millones de pesos para financiar su campaña a la Cámara.

En pocas palabras, el clan de los Char, representa la versión “moderna” del caciquismo que combina el éxito de sus negocios familiares con la conservación de una estructura clientelista y mafiosa, que se identificaba bajo el lema de “tu me apoyas y yo te ayudo”.

Como dijera hace más de 200 años Antonio Nariño, el Precursor de la Independencia en uno de los últimos números de La Bagatela, pero que aún es vigente: “¡Abramos pues los ojos! La hora ha llegado. Nuestra ruina es irresistible si no logramos unirnos. Es la hora de deponer todos los odios personales, dejar atrás todos los resentimientos pueriles y, sobre todo, esta confianza tan estúpida en los héroes con pies de barro”.

 

Luis Alfredo Muñoz Wilches, 24 de julio de 2020

martes, 14 de julio de 2020

La insoportable levedad de la “Jaula de cristal”

“El más atroz de los peligros para cualquier gobernante está en el hecho de que, 
cercado como vive de aduladores, siempre escucha mentiras sobre su mandato 
y acaba por creérselas” 
(Tomado de Lider Sin Estado Mayor de Carlos Matus, 1984)
Cuando el teléfono rojo sonó, todos los consejeros corrieron a avisarle al Presidente, que en ese momento se encontraba preparando el set de su alocución vespertina. Él interrumpió abruptamente el ensayo de su acostumbrado programa, abandonó la sala del Consejo de Ministros y se dirigió apresuradamente al Salón Bolívar desde donde acostumbra recibir ese tipo de llamadas. En el corto recorrido imaginó que se trataba de su amigo Trump, quien le interpelaría por la decisión del Tribunal de Justicia de suspender el envío de las tropas norteamericanas a nuestro país. Tal cómo se lo acababa de comentar la Canciller, en uno de los pasillos del Palacio, esta decisión comenzaba a afectar las buenas relaciones entre los dos países. 
Sin embargo, cuando escuchó la voz del otro lado de la línea, se sorprendió aún más y comenzó a sentir el leve temblor que lo acompaña últimamente, cada vez que debe leer el pesado libreto lleno de cifras y porcentajes que él díficilmente entiende, pero que recita en una lección bien aprendida, como lo ha hecho siempre en su corta y éxitosa carrera política.
“Aló Presidente - le habla Hugo Chaves Frías -muchas gracias por responder a mi llamada. Ahora que estoy en el retiro forzoso de la lucha política, puedo llamarlo gracias a la cuenta de minutos ilimitados que me regaló nuestro común amigo Cisneros, el empresario venezolano, ahora conocido como el carevampiro. Al igual que su señoría me encuentro confinado, por motivo del ¨coronavirus¨ ahora extendido a los cielos, por quienes creyeron ingenuamente en la llamada “inmunidad del rebaño”. Aquí hasta el presente tampoco tenemos cura que valga. Ni siquiera con el poder de los ángeles, serafines, querubines y todos los santos hemos podido encontrar la vacuna que nos ponga a salvo. Sepa señor Presidente Iván Duque, que lo llamó no para recriminar las decisiones que otros toman, sino para expresarle mi solidaridad”.  
Tanto Usted como yo hemos sido víctimas de la cultura política que campea en nuestros países, caracterizada por el afán desmedido de llegar al poder -no para servir a los ciudadanos que los eligieron- sino para enriquecerse, aprovechando lo el coloquialmente conocemos cómo el “cuarto de hora”.  
Comparto su genuina preocupación por la vulnerabilidad de los usted cariñosamente llama “nuestros abuelitos”, que, al igual que su gobierno, estamos atravesando difíciles momentos, fruto de las malas elecciones tomadas a lo largo de la vida y que, inexorablemente, nos conducen al confinamiento definitivo, aún en los mismísimos cielos. 
Señor presidente, veo con intranquilidad cómo su gobierno está cayendo preso de las mismas circunstancias que ayudaron a elegirlo. Otra vez la historia nos muestra una dura lección: crea héroes de la nada, pero también los sepulta por no estar a la altura de las circunstancias. Tenga en cuenta que esas circunstancias, bajo el manto de la cultura política dominante, son las que forjan el carácter de los líderes. De esta manera se crean liderazgos muy competentes para ganar elecciones, pero poco o nada capaces de gobernar. Por que una cosa es la lucha política para ganar las elecciones y otra la capacidad de gobernar que solo se adquiere en el ejercicio técnico y político de las escuelas de gobierno. 
Mi interés ahora, señor Presidente, es desentrañar las circuntancias políticas e históricas que han llevado a nuestros países a escenarios muy similares de gran incertidumbre y vulnerabilidad. No quiero abrumarlo citando a autores que usted considera sesgados para tomar sus decisiones, pero cómo dijera el viejo Marx “Los hombres hacemos nuestra propia historia, pero no la hacemos bajo las circunstancias elegidas por nosotros, sino bajo aquellas que nos han sido legadas por el pasado”. Los dos sabemos que nos tocó gobernar bajo unas reglas de juego político-institucional heredadas, donde el clientelismo, el engaño a los electores, la corrupción y, en el caso colombiano, el narcotráfico y el asesinato sistemático de sus líderes sociales, son la práctica política dominante. 
Este estilo de hacer política nos favoreció a los dos, aunque de modo diferente. A mi caso, fue la crisis de política tradicional adeco-copeyana la que me abrió la oportunidad histórica de romper con ese nefasto legado histórico e instaurar un nuevo régimen político que yo llamé el “socialismo del siglo XXI”. En su caso, señor Presidente, el régimen político colombiano le abrió una inesperada oportunidad que lo condujo hacia la Presidencia de la República, en una rápida y meteórica carrera. Aun cuando, en su afán por llegar al solio de Bolívar cometió muchos errores que ahora está pagando con su prestigio y legitimidad. Su carácter bonachón y fiestero y su inexperiencia en la lucha política lo condujó a nadar en el estanque de los hambrientos tiburones de la política colombiana, sin estar suficientemente preparado. Usted, señor Presidente, confiando como siempre, en las bondades de su mentor, bajó la guardia y dejó -como ahora lo repite en su gobierno- que los alfiles del expresidente Uribe manejaran su campaña. 
Incluso, descuidó asuntos tan delicados como los aportes a su campaña. Por eso, personajes tan siniestros cómo el Ñene Hernandez, no solo hizo innumerables selfies con su señoría, sino que manejó a sus anchas los dineros de su campaña. Usted sabe que muchos de esos aportes los hicieron reconocidos narcotraficantes como “Marquitos” Figueroa y otros -como en el caso del Cisneros-gate- se consignaron subrepticiamente a las cuentas del partido del expresidente Uribe, para encubrir lo que a todas luces es un delito político: recibir dineros de personas u organizaciones extranjeras. 
Me siento más preocupado sabiendo que, ahora señor Presidente, se encuentra cercado por apoyos tóxicos de su partido y le toca gobernar confinado en el Palacio de Nariño. Allá, lejos y distante de las necesidades de la gente, Usted vive en una verdadera “jaula de cristal”; grande como su país, cómoda y muy bien iluminada, pero vulnerable y asediada por graves problemas como los que le vengo mencionando.
Mientras tanto, Presidente, usted decidió concentrar toda su atención en la preparación y emisión del Programa “Prevención y Acción”, que hoy cumple 4 meses al aire en horario triple A. Créame, señor Presidente -como amigo le digo- que, en este tema tuve 12 años de experiencia en el prime time de la TV venezolana con el Programa Aló Presidente, el desgaste y la tensión vividos en la “pantalla chica” termina por distorsionarnos la realidad. La sobreexposición a las luces mediáticas se vuelve un simulacro diario que nos distancia de la verdadera acción eficaz, nos pone en el camino de creer que los problemas dependen de la mala voluntad de las personas y se olvidan las causas estructurales.
En su caso, observo la caída acelerada del rating, pese a los esfuerzos del camerin de Hassan y de su sequito de aduladores. Entretenido, como anda ahora con el cuento de la cultura ciudadana, se le olvidó que las actuaciones públicas son esencialmente políticas para resolver problemas que afectan a la gente y no para darle gusto a la audiencia. Esta combinación de factores terminó por conducirlo a cometer graves errores como ese del llamado “Covid Friday”. 
Pero, señor Presidente, aún está a tiempo de corregir el rumbo y volver a recuperar la capacidad de gobierno para emprender acciones eficaces e intrépidas. La primera de ellas, tiene que ver con apartarse del séquito de aduladores y romper el cerco de las compañías tóxicas que le impuso el uribismo en los salones de Palacio. La segunda, es salir del encierro a enfrentar los problemas y recuperar la senda de la gobernabilidad. La tercera es recomponer su gabinete con nuevos apoyos sólidos, críticos y diversos, porque la responsabilidad de su gobierno no es solo con el partido de gobierno sino con toda la nación. Los periodos de gobierno son tan cortos y los problemas tan grandes que apenas queda tiempo para tomar pocas pero grandes decisiones. Cómo lo dijera Danton, líder de la Revolución Francesa “Para vencer hace falta audacia, más audacia y siempre audacia

Luis Alfredo Muñoz Wilches, 14 de julio de 2020

La ñapa de mi “papita”:

Otro líder indígena fue asesinado la semana pasada. Se trata del líder indígena awá, defensor de los derechos humanos y gobernador suplente del resguardo Piguambí Palangala, Rodrigo Salazar que fue asesinado por sujetos armados en el corregimiento de Llorente, del municipio de Tumaco-Nariño. Hecho que ocurrió el mismo día en que la Alta Consejera para los Derechos Humanos del Gobierno, Nancy Patricia Gutiérrez, asistía a la audiencia “Diálogo por el Pacífico” en el departamento de Nariño; desde donde informó que este año han sido asesinados 37 líderes indígenas en Colombia. Según la ONIC, este nuevo crimen se suma al exterminio sistemático de los pueblos indígenas 

miércoles, 8 de julio de 2020

La pobreza es la tragedia de los comunes en Colombia

“Nos estamos muriendo de hambre y hay días en que lo único 
que podemos tener es lo que nos da la carretera” 
Testimonio de un habitante a Fred Jimenez, realizador del audiovisual
 que documenta la problemática de pobreza en Tasajera

La explosión fue fulminante. El camión cisterna voló en llamas y con él, la esperanza y la vida de una decena de descamisados pobladores del humilde corregimiento de Tasajera, en Pueblo Viejo (Magdalena). El cuadro dantesco que circula por las redes y noticieros del país, da cuenta del momento en que las llamas abrazan a estos pobres pescadores de la otrora Cienaga Grande de Santa Marta. Minutos antes medio centenar habían llegado al lugar y, con el alma pegada a sus huesos, rondaban el “camión-bomba” en busca de una oportunidad para conseguir combustible gratis, ante la mirada impotente de las autoridades de Policia.
La tragedia que está semana sacudió al país, ocurrió en la Troncal del Caribe en el kilometro 47, a la altura de la Vía Parque Isla de Salamanca y es el resultado de años de abandono y desidia oficial de uno de los pueblos más pobres de la costa norte. La pobreza de sus habitantes es tan grande como el tremendo daño ambiental que sistemáticamente se ha causado a este hermoso ecosistema conocido como el “aeropuerto internacional de las aves del caribe”.
La situación de pobreza extrema comenzó hace cerca de 50 años con el deterioro ecológico provocado por el inicio de la construcción de la Troncal del Caribe, que une a Barranquilla con Santa Marta, sin los estudios de impacto ambiental y pese a la oposición de muchos ambientalistas nacionales y extranjeros. La vía interrumpió el natural flujo hidrológico entre la ciénaga y el mar, causando en los años 90 un tremendo impacto ambiental con la pérdida de más de 285 kilometros de bosque de mangle y la muerte de miles de peces y especies endémicas.
Para muchos investigadores y estudiosos, como Lerber Dimas, la situación social que viven los pescadores artesanales de esta zona es una verdadera “bomba de tiempo” que explotó por el eslabón más débil. La pesca artesanal ha venido en franca e inexorable decadencia debido principalmente a cuatro conflictos ambientales: los incendios, la ocupación ilegal de predios, el robo de los ríos y la pobreza rural.
Desde el año 2014 se han venido presentando reiterados incendios cerca de la carretera y de la margen derecha del río Magdalena que han afectado casi 1.000 hectáreas de las 16.000 que conforman el áreas protegida del Parque Natural de la Isla. La conflagración más grande se presentó este año en el mes de mayo, en medio de la pandemia, afectando la cobertura vegetal y el desplazamiento de diferentes especies de fauna y flora, como caimanes, aves, tortugas y zorros mangleros. Estas quemas -según declaraciones de Patricia Saldaña, directora del Parque- están asociadas, en su mayoría, a los cazadores y pescadores que dejan prendidas sus fogatas, a los pasajeros de la vía que arrojan colillas de cigarillo y a manos criminales de personas inescrupulosas que quieren apoderarse de los terrenos.
La ocupación ilegal de los predios es una típica usurpación de las “tierras baldías de la nación”, llevada a cabo por “tierreros” o testaferros a sueldo que se encargan de arrazar con la vegetación nativa para plantar pastos y darle paso a la ganadería extensiva que viene consolidándose en la zona de amortiguación del Parque. Entre los años 2002 y 2003, el exdirector territorial del Incoder (hoy ADR) del Magdalena, José Fernando Mercado Polo y 6 funcionarios más, participarón de la usurpación de predios para entregárselos a Jorge 40 -jefe paramilitar del Bloque Norte-, quién lo había hecho nombrar en el primer Gobierno de Alvaro Uribe; hechos por los cuales fueron condenados por delitos de fraude procesal, concierto para delinquir y falsedad ideológica en documento público.
El robo de las aguas de los ríos que abastecen la Ciénaga Grande del Magdalena, es una práctica promovida por los grandes empresarios de la industria bananera y palmera del Magdalena, quienes desvian el curso de los ríos y quebradas. La construcción de grandes diques para irrigar sus predios, disminuyen el caudal y afectan todos los ecosistemas acuiferos de la zona. Hace apenas un año (2019), el Alcalde de Puebloviejo Wilfredo Ayala, fue víctima de las amenazas de poderosos empresarios del agro, cuando denunció el robo de las aguas del río Aracataca que provocaron una grave crisis entre los pescadores y habitantes de las riberas de la Ciénaga. Este tremendo daño ambiental ha dejado sin agua potable a por lo menos la mitad de los 33.000 habitantes del municipio.
Debido a estos dramáticos conflictos ambientales, la situación de pobreza de la zona se agudizó y empujó a los desesperados pescadores a avalanzarse sobre el camión, como lo han venido haciendo desde hace varios años ante el volcamiento de vehículos de transporte de alimentos o el bloqueo de la vía para “pescar” ayudas en los carros que pasan por allí. Solo que está vez, el carro-cisterna los condujo al infierno. 
Como lo registra la literatura, las tragedias en Colombia como la pandemia y la pobreza andan de la mano de la muerte. La gestión de la muerte en nuestro país, a diferencia de las naciones más civilizadas, ha sido por mucho tiempo el asunto público más destacado. Vivir esta constante amenaza no es solo cuestión de enfermos y desahuciados, sino es nuestro problema colectivo más importante. Con cientos de masacres, miles de muertos y desaparecidos, hemos convertido a la parca en la fórmula más efectiva de dominación política. De ahí la vanalidad de los matarifes que creen hacerlo por el bien de la patria y en nombre de dios y la santisima virgen.
Ahora, con motivo de la panemia del Covid-19, los dirigentes se lavan las manos como los más cínicos e indolentes. La vida y la muerte de los pobres les parece siempre sospechosa. Privados de la libertad para elegir una forma de vida digna y condenados por la necesidad de sobrevivir, a los pobres nos les queda otro camino que jugarse la vida en cada trance, con tal de procurarse su precaria subsistencia. 
Para algunos comentaristas y voceros oficiales, la muerte en la explosión del carro-cisterna les parece algo rídiculo y torpe. “Ellos se la buscaron”, es la frase que se repite cada vez que los pobres mueren trágicamente. Porque en este caso, de los pobres pescadores de Tasajero, la crónica de sus vidas es la tragedia anunciada de su muerte en el intento de apañar un mendrugo de pan.
En este caso, como lo afirmó Adela Cortina, el odio a los pobres es un pensamiento racista y aporofóbico basado en la creencia de que quienes están en situación de pobreza y vulnerabilidad no tienen nada que aportar a la sociedad y son una partida de “atenidos” y dilapidadores de los recursos escasos que podrían emplearse en cosas más productivas y eficientes!

Luis Alfredo Muñoz Wilches, julio 7 de 2020
¡Mis dos “papitas” de ñapa!
La primera dedicada a Alirio de Jesús Pedraza Becerra, abogado sogamoseño y defensor de los derechos humanos, vinculado al colectivo de Solidaridad con los Presos Políticos desde el año 1982. El día 4 de julio de 1990 fue secuestrado y luego desaparecido por ocho hombres fuertemente armados que se identificaron como miembros de la policia judicial de la época. Ante los reclamos del celador del centro comercial La Campiña, al norte de Bogotá, fue obligado a golpes a abordar un vehículo. Luego de 30 años de su desaparición, su caso aún sigue en la impudidad. No hay presos!
La segunda, para responderle a la señora periodista Darcy Quinn, quien el 6 de julio pasado en el programa de Caracol, 6 am – 9am, declaró frente a su entrevistado, el senador Ivan Cepeda, que quienes hacemos uso de la crítica a la dirigencia de este país, es porque somos “envidiosos” y “rencorosos”. Pues, quiero expresarle que no le tenemos envidia a los que ostentan sus dineros mal habidos y, mucho menos, a quienes no tienen escrúpulos y su altura moral solo les alcaza para lamer las botas de quienes pisotean los derechos de los demás.  

miércoles, 1 de julio de 2020

La encrucijada del presidente del Duque y el callejón sin salida del Uberrimo

                                                                     “Mi cuerpo Embera Wera no se toca, no se golpea, nos viola, no se mata”
Cartel que porta una niña Embera Chamí condenando la violación de que fue victimna otra niña
Este fin de semana el país se vio nuevamente conmocionado por dos trágicas noticias: la violación de Wera Kauchake, la niña Emberá Chami de tan solo 13 años y el anuncio de la alcaldesa mayor de Bogotá, Claudia López, de que pronto volveremos a una cuarentena estricta.
La violación de la niña, por parte de 7 soldados de un pelotón del ejército nacional, conocido en el lenguaje militar como “El Buitre”, ocurrió al parecer dentro de las propias instalaciones del batallón en la población de Santa Cecilia, Risaralda. La niña fue secuestrada y sometida a todo tipo de vejámenes por sus captores durante casi dos días, ante la vista gorda y cómplice de sus superiores. Al mismo tiempo, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, advirtió a los bogotanos que debemos prepararnos para volver al confinamiento estricto, ante el rápido aumento del contagio, el nivel de ocupación de las salas de cuidados intensivos y el número de muertes por coronavirus en la capital.
En estas circunstancias estamos llegando rápidamente a una situación definida políticamente como la “tormenta perfecta”, donde se juntan tres escenarios de crisis: el económico, el político y el de la gobernabilidad. Factores que juntos ponen en jaque la capacidad del gobierno de Duque para enfrentar está tormenta.
En el escenario económico, el presidente Duque, se enfrenta a una verdadera encrucijada entre la economía y la vida. Su tablero de las principales variables macroeconómicas, se ha puesto en rojo: con un desempleo cercano al 22%, una caída del PIB de más de 2,4 puntos y la disminución de las exportaciones en el 52,3%. Más aún, en materia fiscal, las cifras del gobierno no cuadran: la Universidad Javeriana señaló “la poca transparencia en el uso de los recursos públicos para atender la emergencia del Covid-19”, pues mientras el Gobierno Nacional habla de estar destinando el 11% del PIB, en realidad el gasto público efectivamente comprometido solo asciende al 2,4%, y los dineros desembolsados hasta la fecha a penas llegan a 2,7 billones que equivalen al 0,25% del PIB.
En medio de la emergencia, el gobierno se mantiene anclado a una política monetaria ortodoxa que privilegia las operaciones bancarias y sacrifica el necesario gasto público para atender la pandemia, el empleo y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas. El presidente Duque, decidió mantener la Ley de Crecimiento Económico que aumentó las exoneraciones a las grandes empresas, representándole al país el 2,8% del PIB, aumentando el hueco fiscal al 8% del mismo indicador. De otro lado, recorta los gastos de salud que demanda la adecuada atención del Covid 19.
En el escenario político, el gobierno perdío la oportunidad de cambiar la trayectoria de polarización y confrontación política e ideológica que se apoderó del país desde la firma de los acuerdos de paz del año 2016. Este clima de polarización dilapidó la oportunidad para hacer un transición pacífica hacia el posconflicto, con tremendas consecuencias para la seguridad de las zonas de reinserción, como lo ponen de presente el asesinato de más de 650 líderes y defensores de los derechos humanos y el incremento de la violencia contra la mujer y los niños y niñas, tal como lo señalan los dolorosos episodios de violación de las niñas Emberá Chamí y Nukak Maku, en Guaviare.
En medio de estas adversas circunstancias, gobernabilidad del presidente Duque se ha tornado muy precaria, por dos razones: la primera relacionada con las facultades extraordinarias de la emergencia económica y la falta de controles políticos.
El gobierno nacional, se ha transformado en una dictadura civil aprovechando la inoperancia del Congreso y la lentitud de las Cortes y ha tomado decisiones que normalmente estarían restringidas, ya sea porque requieren del aval del Legislativo o porque son objeto la resistencia y la movilización popular. Tal es el caso, del retorno a las operaciones de fumigación aérea contra los cultivadores de la hoja de coca y marihuana, en los territorios de las comunidades campesinas e indígenas. El otorgamiento de las cuestionadas licencias de exploración y explotación minera en las áreas de afectación ambiental como los páramos, áreas forestales y de bosques. La venta de los activos empresariales del país, de los cuales la codiciada joya de la corona ha sido siempre Ecopetrol. El rescate de las grandes empresas privadas, para socializar las pérdidas y privatizar sus ganancias. Y, hasta la autorización inconsulta y anticonstitucional, de la llegada de la tropas norteamericanas, interesadas en incendiar el vecindario.
La segunda tiene que ver con el carácter cada más siniestro de la Fiscalia General de la Nación, para perseguir a los opositores del gobierno y encubrir los delitos de sus aliados. Dos casos ilustran la situación:  el escándalo de la “Neñepolítica” y la compra de votos durante la campaña electoral de Duque con dineros del narcotráfico que está haciendo agua la credibilidad del Gobierno ante las reiteradas denuncias; y el reciente intento de exonerar las responsabilidades penales de los violadores y ocultar la complicidad de los altos mandos del ejercito, involucrados en el secuestro y violación de las niñas indígenas y de otras menores de edad.
¿Cómo ha llegado el Gobierno a esta encrucijada? ¿Cuáles son las posibilidades de salir de este “callejón sin salida”?¿Por qué el presidente Duque ha realizado un manejo tan errático, improvisado y poco eficaz para su gobernabilidad?
Existen por lo menos 3 razones que lo explican: la primera tiene que ver con su poca o nula voluntad para corregir el rumbo y abandonar las políticas de riesgo y polarización. Comprometido como está con su mentor y dueño, el expresidente Uribe a quien a le debe su cuestionada elección y la imposición de muchos de sus tóxicos escuderos. 
La segunda razón tiene que ver con la subordinación que le impone su admiración y cercania ideológica con el presidente Trump, quién le traza sus agendas, interna y externa, tal como lo evidencia el retorno de las fumigaciones aéreas y las aventuras para derrocar la dictadura de Maduro y apoderarse de la riqueza petrolera de venezolana.
La tercera razón, tiene que ver con su propia incapacidad para afrontar las “decisiones trágicas”. En la media que no dispone de un soporte político sólido ni cuenta con un “tanque de pensamiento” que lo acompañen en las grandes tareas de la responsabilidad estratégica de gobierno! Por eso ante las preguntas dificiles responde “¿de qué me hablas viejo?”
Como salir de esta “tormenta perfecta”?
Existen por lo menos 5 desafíos estratégicos que son necesarios afrontar para salir de este callejón sin salida:
El primero tiene que ver con el cambio de rumbo para asumir el mayor compromiso ético del momento que es la defensa y el cuidado de la vida en todas sus formas, principalmente de los colombianos que están siendo amenazados por los poderes del narcotráfico y la delincuencia organizada. Cómo dijera Antanas Mockus “la vida es sagrada
Lo segundo es la apuesta por la diversidad y la protección del patrimonio natural y cultural. Ante las amenazas del cambio global es necesario transformar nuestras costumbres, disminuir el acelere, consumir menos energía y producir menos desperdicios.
El tercer desafío consiste en trabajar por la construcción de propósitos colectivos de país, relacionados con la convivencia, la construcción de la paz y la ampliación de la democracia.
El cuarto desafío es lograr la seguridad y la soberanía alimentaria. Es necesario procurar que todos los hogares tengan acceso a fuentes de alimentación sana y que se los proveea de las capacidades para ello. 
Finalmente, el quinto desafío es lograr la estabilidad y fortalecimiento de las instituciones, particularmente de aquellas que nos proveen de la educación y formación, la salud, el agua potable y la seguridad alimentaria.
Tal como lo expresar Estanislao Zuleta “sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra y maduro para el conflicto, será un pueblo maduro para la paz

Luis Alfredo Muñoz Wilches, junio 30 de 2020

Mi “papita”: Me sumo a la campaña de varios columnista de recordar a los líderes y liderezas sociales y defensores de los derechos humanos asesinados en Colombia recientemente. Por eso quiero presentarles a  Jorge Enrique Ormas, sogamoseño y sociólogo dedicado a la lucha por la agricultura limpia, la conservación de las tradiciones culturales campesinas y productivas del campo y la autonomía alimentaria. Kike O, como lo recordamos sus amigos fue un luchador por la vida y el cuidado de la gente que se opuso férreamente a la explotación minera en el Parque  Nacional Los Farrallones de Cali, lugar donde vivio durante los últimos 10 años y fue asesinado a sus 70 años, el pasado 16 de mayo en su finca Villacarmelo, en la jurisdicción de la Buitrera.