lunes, 27 de mayo de 2013

LAS TRES CIMAS DEL PROCESO DE PAZ


Este domingo 26 de mayo de 2013 se hizo publico el acuerdo entre los delegados del Gobierno de Colombia y las FARC-EP, relacionado con el primer punto de Agenda contenida en el “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

Este hecho, considerado por algunas voces de la opinión pública nacional e internacional, como un hecho histórico, constituye sin duda un acontecimiento político de grandes alcances para la paz y la esperanza de los colombianos. Con la llegada a este puerto de las “Tres Cimas”, el proceso de negociaciones entre el Gobierno Colombiano y la insurgencia de las FARC, entra en una nueva dinámica marcada por tres factores claves para la superación del conflicto armado colombiano.

En primer término, el anuncio del primer acuerdo denominado “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”, abre las exclusas para la superación del “problema agrario” colombiano, considerado por muchos expertos como la “nuez” del conflicto. En efecto, las profundas brechas sociales y económicas que segregan al campo colombiano, los desequilibrios regionales, la inequidad, el despojo y el acaparamiento de la propiedad rural, están en el origen del conflicto armado que ha predominado en el mundo rural durante los últimos 50 años.

La terminación del conflicto representa la oportunidad histórica para lograr las transformaciones sociales, productivas e institucionales que se requieren para lograr una verdadera reforma rural integral en Colombia. La agenda acordada en La Habana, incluye temas tales como: la democratización del acceso a la propiedad rural; la reconversión de las tierras improductivas; la formalización y protección de los derechos de propiedad; la delimitación de la frontera agrícola y la protección de las zonas de reserva campesina y forestal; la lucha contra la pobreza rural; el estimulo a la producción,  a la economía solidaria y cooperativa, la asistencia técnica, el crédito y la generación de ingresos; el acceso a los bienes y servicios sociales básicos; y el apoyo a las políticas alimentarias y nutricionales. Para ello, el acuerdo prevee instrumentos tales como la creación de un Fondo de Tierras para la Paz; el fortalecimiento de la jurisdicción agraria; la actualización y consolidación del catastro rural; y el desarrollo de Programas de Desarrollo Rural Integral con Enfoque Territorial –PDRIET-.

En segundo término, para una opinión pública mayoritariamente escéptica sobre los resultados de las negociaciones, el acuerdo le otorga un aire de credibilidad y confianza en que se puede lograr un acuerdo definitivo para la terminación del conflicto. Aunque sea un acuerdo parcial que no desata todos los nudos gordianos de la negociación, por aquello de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”; sin embargo, constituye un avance significativo en la dirección correcta, en la cual gana el gobierno y gana la insurgencia, al demostrar su voluntad sincera de lograr los acuerdos definitivos.

Finalmente, el acuerdo se logra en un momento crucial para las expectativas del proceso, despejando los nubarrones –algunos reales y otros creados por los opositores al proceso de paz con las FARC- que se habían posado en la cima del empinado proceso y que impedían ver la llegada al “llanito” de los acuerdos.

Por estas razones, el primer acuerdo de los seis puntos de la Agenda, nos llega en el mejor momento y nos devuelve la esperanza al dejar ver la “luz al final del túnel

Luis Alfredo Muñoz Wilches
Consultor Independiente
Miembro del Centro de Pensamiento Estratégico para la Prosperidad y la Acción Social –CEPAS-