sábado, 25 de febrero de 2017

LAS PREDICCIONES DEL 2017

En un ojal sangraba un clavel; en un saco ajustado se adivina la daga.
Bruscamente sentimos que jugaban su última carta,
que eran taimados, ignorantes y crueles como viejos animales de presa
y que, si nos dejábamos ganar por el miedo … acabarían por destruirnos” 
(JL Borges, El hacedor)
Los economistas somos aficionados a los juegos de la adivinación. La misma ciencia económica ha desarrollado una gran variedad de instrumentos de predicción, la mayoría asociados con modelos matemáticos y econométricos, pero también se han elaborado muchas metodologías conversacionales que nos permiten anticiparnos a los acontecimientos y construir escenarios prospectivos del desempeño de la economía.
El año pasado, me anime a realizar algunas predicciones sobre el proceso de paz que, sin lugar a dudas, constituye el acontecimiento más importante en la historia reciente del país y, a juicio de muchos analistas del mundo contemporáneo, tal como lo ha reconocido la comunidad internacional al otorgarle el Premio Nobel de Paz al presidente Santos y al declarar a Bogotá “Ciudad Mundial de la Paz” del año 2017. En mis predicciones del año 2016 -inspiradas en las cabañuelas de los primeros días de enero- tuve muchos aciertos, pero también grandes decepciones. Acerté en relación con los temas del aumento de precios de los alimentos, a causa de la seguía y el recalentamiento global, la firma del Acuerdo de Paz, la conformación del gabinete de la paz, aprobación del “fast track” como mecanismo expedito para tramitar los acuerdos en el Congreso, y el desgaste de la imagen del presidente Santos. Falle, cómo todas las encuestas, en la aprobación del plebiscito.
Por estas razones, me he tomado el tiempo para madurar las apuestas de este año del “gallo” y entregarles, a la inmensa minoría de mis lectores, una versión más recargada de las predicciones 2017. El año comenzó con la consumación del “fallo” de las urnas del intrincado sistema electoral gringo, que ungió como presidente de los EEUU, el excéntrico magnate neoyorquino D. Trump, quien inmediatamente puso en marcha su “retórica del odio” xenófobo, homofóbico y misogeno, aprobando un primer decreto para impedir el ingreso de ciudadanos de 7 países musulmanes y una serie de órdenes ejecutivas para acelerar las “expulsiones expeditas” de los llamados por Trump “tipos malos” que son los millones de indocumentados que viven en los EE.UU. El lenguaje y la postura de Trump se parecen cada vez al “villano” de los cowboy norteamericanos. ¡Un verdadero regreso al pasado! Afortunadamente, estas medidas ejecutivas fueron bloqueadas por las Cortes norteamericanas por su abierta violación a los derechos civiles, que son el fundamento de la democracia norteamericana. The Apprentice Trump continuó con sus pesadeces de construir un muro de 1.000 millas a lo largo de la frontera con México y hacerlo pagar mediante la imposición de un arancel del 35% a las importaciones desde el país vecino. Lo cual, a todas luces, resulta un disparate. Cualquier estudiante de primer semestre de economía sabe que los aranceles, como cualquier impuesto, lo pagan los consumidores. Y no contento con esto, con el estilo camorrero y chabacano que lo caracteriza, continúo insultando y casando peleas, a diestra y a siniestra, con artistas, personalidades democráticas, con las cortes, con varios mandatarios de países amigos, y hasta con la prensa norteamericana independiente, a quienes acusa de ser los responsables de la caída vertiginosa de su popularidad. De tal manera, que en su primer mes de gobierno logro el record guinness, de dilapidar más de la mitad de su capital político.
En el escenario local, el primero de enero se puso en marcha el cronograma del Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno Nacional y las Farc, más conocido como D+180, que debe conducir a la desmovilización, la entrega de armas, y la conversión de las Farc en un movimiento político legal. El proceso, como era previsible, no ha estado excepto de escollos y sobresaltos, que comenzaron con los retrasos, por parte del Gobierno, en el alistamiento y el equipamiento de las zonas de concentración. Lo cual generó tensiones y protestas por parte de la insurgencia. No obstante, al finalizar el mes de enero (D+30) se logró la concentración de 6.900 hombres y mujeres de las Farc en las 26 zonas de concentración transitoria, lo que constituye el comienzo del fin de las Farc-ep. Este proceso se ha venido cumpliendo paralelamente con el trámite, lento y tormentoso, de los proyectos de Ley que sentarán las bases normativas para la implementación de los Acuerdos de Paz. Las discusiones sobre la justicia transicional en el Congreso han sido particularmente tortuosas, lo cual no ha permitido su aprobación express. En particular, el trámite de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se ha visto asaltado por diversas fuerzas que pujan por descarrilarlo, con la vana esperanza de abortar la implementación del proceso de paz. De continuar estos agudos enfrentamientos se corre el riesgo de que el proceso de paz entre en barrena y el cronograma de implementación de los Acuerdos se detenga. La desconfianza y el desaliento que se comienza a ver en la opinión nacional frente a la suerte del proceso de paz, es un terreno abonado para que el desorden y la confusión que están generando los enemigos de la paz, nos conduzca a un callejón sin salida. Situación que fue particularmente visible en la Cumbre de Nobeles de Paz, celebrado recientemente en Bogotá, donde el entusiasmo y la alegría de los invitados internacionales, contrastaba con la parca y precaria asistencia de los locales. Situación, está que se prolongará hasta la terminación del primer trimestre y solo la pausa de la semana santa traerá sosiego al tempestuoso proceso de paz.
Es igualmente previsible que, al comienzo del segundo trimestre, como en los versos de Gustavo A. Bécquer, “vuelvan las oscuras golondrinas …”, y las lluvias traigan la necesaria tranquilidad, para desentrabar el proceso de paz. Con la llegada del General Naranjo a la Vicepresidencia, los señores de la guerra tendrán un interlocutor creíble, que hará posible sus gritos de guerra no sigan encontrando eco en los medios y se encuentre un nuevo derrotero para proseguir en el proceso de implementación de los Acuerdos. A estas alturas la JEP y el fast track serán una realidad. Sin embargo, está transición no será fácil ni tranquila. Las fuerzas hostiles al proceso de paz, habrán tomado la delantera, favorecidas por la inacción de un gobierno muy desgastado, que con el sol a las espaldas tendrá una precaria gobernabilidad, y por la agudización de las tensiones y enfrentamientos entre las fuerzas que defienden y las que oponen al proceso de paz. El clima de confrontación política hará que renazcan los enfrentamientos en los territorios de postconflicto, con el saldo trágico en vidas y, especialmente, el aumento de los asesinatos de líderes y dirigentes sociales. Esta situación, de incertidumbre y creciente desconfianza de la guerrilla desmovilizada, se traducirá en una relentificación del cronograma de entrega de las armas, que demandará muchos esfuerzos y paciencia para lograr reencausar el proceso de abandono de las armas.
Así terminaremos el primer semestre del año, con vientos de cola que harán muy difícil avanzar en el calendario de la entrega de armas. Solo la mediación de reconocidas voces y líderes de la comunidad internacional, de la jerarquía del Papa Francisco, hará posible reencausar el proceso y llegar a buen puerto de la dejación total y definitiva de las armas. Solo hasta el inicio del segundo semestre de este año, una fuerte reestructuración del gabinete ministerial, le permitirá al presidente Santos volver a retomar la iniciativa política para impulsar las reformas pendientes del Acuerdo de Paz. Este gabinete será el segundo “gabinete de paz” y estará integrado por los partidos y movimientos políticos que se avienen a una gran coalición de fuerzas por la paz. Del otro lado del espectro político, también se observarán los primeros acercamientos para lograr una gran coalición de los opositores al proceso de paz. La concreción de estos dos grandes bloques de fuerzas políticas, dependerá de la capacidad de sus líderes para anteponer a sus ambiciones personales, el interés colectivo. Del lado de las fuerzas que defienden el proceso de paz, se unirán los partidos y movimientos que han estado en la Unidad Nacional -con la honrosa excepción del grupo de parlamentarios y líderes del agonizante Cambio Radical- con las fuerzas y movimientos políticos de la izquierda colombiana. Sin embargo, un sector de la izquierda gravitará entorno a una tercera opción, bajo las banderas de la “anticorrupción”. Del otro lado del espectro político, se comenzarán a alinear los fuerzas y movimientos que se han opuesto a los acuerdos de paz, aunque no sea aún viable que se avengan a apoyar a un solo candidato. En particular, los seguidores del ex vicepresidente Lleras no encontrarán un ambiente muy amigable para anclar su candidatura como una de las opciones de la coalición de centro derecha. Sin embargo, los malentendidos y los escándalos que rodean a algunas figuras presidenciables harán que se acentúen los antagonismos haciendo imposible la concreción de las alianzas electorales. En particular, los graves señalamientos de corrupción y los primeros hallazgos de las investigaciones que se adelantan por la filtración de sobornos de Odebrecht en la campaña política del Centro Democrático, frenaran las aspiraciones de unidad de su jefe el expresidente Uribe.
Pero si por las todas del Centro Democrático llueve, por los lados de la Unidad Nacional no escampa. En efecto, la confirmación de las sospechas del ingreso de dineros del poderoso grupo brasilero a las arcas del tesorero de la campaña del presidente Santos, también tendrán las repercusiones de un sunami político, hundiendo las aspiraciones de la coalición de centro-izquierda. Este será el terreno abonado para la emergencia de una tercería, que comenzará a repuntar en las encuestas electorales como la fuerza de un outsider colombiano. Con este panorama de enfrentamientos y antagonismos, comenzará el tercer trimestre del año. Durante este periodo, las Farc harán tránsito a convertirse en un nuevo movimiento político, con muy poco arraigo en la opinión ciudadana y un amplio respaldo en sus antiguas zonas de retaguardia. Situación que agudizará las brechas entre el país urbano y el país rural.
Este escenario será propicio para que las nuevas negociones de paz se estanquen, y el ELN se retire de la mesa de conversaciones. Con lo cual comenzará su retorno a una aislada y cruenta “guerra de guerrillas” que dejará como saldo la captura de los principales cabecillas de la insurgencia armada. Tras está pírrica victoria, el Gobierno retomará la iniciativa, logrando imponer el orden y el control territorial en la mayoría de los territorios de la confrontación armada. Mientras tanto, el proceso de implementación de los Acuerdos de Paz de La Habana continua su marcha, pese a los escollos y los desacuerdos sobre la manera cómo se avanza en la consolidación de la paz territorial. Solo la perseverancia de la comunidad internacional de acompañar y apoyar la implementación de las reformas acordadas y la firme voluntad del gobierno y de la dirigencia de las extintas Farc, hará posible un tránsito pacífico hacia el postconflicto en los nuevos territorios de paz.
En año terminará, en medio de profundas tensiones políticas y restricciones del gobierno para acelerar la implementación de los acuerdos. Sin embargo, estas restricciones y la imposibilidad de la oposición de lograr un candidato de consenso, serán el escenario propicio para canalizar las fuerzas políticas que respaldan el proceso de paz hacia el escenario de un gran acuerdo nacional que se va a traducir en un candidato único para enfrentar el proceso electoral del año 2018. De esta manera, se recupera una precaria estabilidad política que le retorna la iniciativa política al gobierno y a las fuerzas que apoyan el proceso de paz. Así podremos tener una navidad en paz!
Luis Alfredo Muñoz Wilches

Febrero 24 de 2017