miércoles, 17 de octubre de 2012

EL CAMINO DE OSLO


EL CAMINO DE OSLO

El camino de Oslo significa no solo la protocologización de la segunda fase del Proceso de Paz en Colombia, definido como Mesa de Negociación de la Paz, sino la refrendación del carácter de negociadores plenipotenciarios de los (10) integrantes de la Mesa de Negociación: 5 delegados del Gobierno Colombiano y 5 delegados de las FARC. Los cuales contaran con el apoyo de un grupo de asesores integrado por 20 miembros de cada una de las partes que podrán ser rotados a voluntad de las partes.

Tal como lo expreso el Presidente Juan Manuel Santos, el encuentro de Oslo representa un paso más en la dirección del camino de la paz. Una vez surtida la fase exploratoria, que duro más de dos años, se inicia -con paso firme pero discreto- la fase de negociación del fin del conflicto armado en Colombia.  Por primera vez en la historia del prolongado conflicto armado en Colombia, las partes se sientan en Oslo con el firme propósito de pactar la terminación del conflicto armado. Para lo cual, se pacto una Agenda temática de 5 puntos y un procedimiento de negociación en medio del conflicto, donde las partes manifestaron su intención de NO levantarse de la Mesa hasta concluida toda la agenda de la negociación.

En opinión de uno de nuestros expertos –expresada en nuestro pasado encuentro del 2 de octubre- la negociación está avanzada en un 90%. Sin embargo, tal como lo manifestaran los voceros de la insurgencia “nada está pactado hasta que todo este pactado”. Razón por la cual, los tiempos de la negociación no están plenamente acotados y podrían ser un motivo de las previsibles divergencias que deben dirimirse durante esta fase de negociación.

Para el gobierno Colombiano, la fase de negociación debe contabilizarse el meses y estaría condicionada por la expectativa del próximo proceso electoral colombiano, que se inicia hacia finales del año entrante (2013). Sin embargo, sí bien la insurgencia aspira a llegar a ese proceso como un nuevo actor político de la contienda electoral, no es un escenario que los trasnoche.

De todas formas, los tiempos de la negociación para ambos bandos se sitúan más en el corto que en el mediano o largo plazo.

Un segundo aspecto que es fundamental para la negociación es la legitimidad internacional otorgada a los negociadores. El hecho que las partes estuvieran de acuerdo en emprender el camino hacia Oslo, en lugar de permanecer cómodamente sentados en la Habana, significa que se busca lograr ese reconocimiento de la comunidad internacional. Lo cual no solo ayuda a “blindar” el proceso de las amenazas internas y externas, sino que esto puede significar el desbloqueo de la “espada de Damocles” que pesa sobre las cabezas del secretariado de las FARC, tanto en la Corte Penal Internacional como en el Departamento de Estado de los EEUU. Una señal clara de estos intríngulis la representa la inclusión de la guerrillera holandesa Tanja Nijmeijer en la mesa de Oslo, sobre la cual pesan varias circulares rojas de la Interpol.

El tercer aspecto clave de este encuentro es la voluntad expresada por las partes de poner fin al conflicto armado en Colombia y hacerlo por la vía de la negociación política. En este aspecto, la habilidad del Presidente Santos se asemeja a la habilidad estratégica de Pekerman con la selección Colombia, al reconocer y direccionar todas las baterías políticas en la búsqueda de una salida negociada. Primero, reconoció el carácter político del conflicto armado, distanciándose fuertemente de la posición de su antecesor, el Presidente Uribe, quién siempre lo vio como una “guerra terrorista” contra el Estado. Luego, con la expedición de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, colocó a las víctimas del conflicto en el centro de atención de la política de reparación. Igualmente, el tema del despojo de las tierras y su intención de retornarlas a sus verdaderos dueños, a pesar de la resistencia de la insurgencia de reconocer su carácter progresista, constituye la cuota inicial de la política de tierras y desarrollo rural que está en el epicentro del conflicto armado colombiano.

En cuarto lugar, está la inclusión como primer punto de la Agenda el tema de la Tierra y el desarrollo rural, constituye un reconocimiento a la legendaria lucha por la tierra en Colombia como una de las fuentes primarias del conflicto armado. Para las FARC, este ha sido su legado histórico y no podría pasar a la historia sin revindicar su carácter de “guerrilla campesina”. Este es un “punto de honor, tal como lo expresara Alejandro Reyes en nuestro pasado conversatorio sobre la Ley de Desarrollo Rural. Por lo tanto, los temas de tierras y desarrollo rural territorial constituyen la puerta de entrada a la pacificación de extensas zonas del país y la oportunidad de lograr una completa reinserción de las bases campesinas y milicianas de las FARC. Adicionalmente, este tema está atravesado por los temas de la participación política de la insurgencia, el desarrollo regional, los cultivos ilícitos y la justicia transicional. De ahí la importancia estratégica del tema agrario en la negociación de la paz en Colombia.

Finalmente, está el tema del cese al fuego que aunque se pacto NO incluirlo en la Agenda de la negociación, es un “llanito” que se cruza en el camino de las negociaciones. De una parte, distintos sectores de la opinión nacional reclaman que este tema haga parte de la Agenda de la Habana. Igualmente, los voceros de las FARC han comenzado a proponer que se discuta en la Mesa. De tal manera, que más temprano que tarde comenzará a tener que ser abordado en las negociaciones de paz.

Amanecerá y veremos!