jueves, 14 de abril de 2022

Un debate de antipatías

 “Las fábulas inventadas, la calumnia y la satanización de los contrincantes, son un claro síntoma de la decadencia, del empequeñecimiento y el recelo frente a la vida

El Crepúsculo de los ídolos, Federico Nietzsche

El emotivo abrazo de bienvenida que le dío Teresita Gómez a Francia Márquez, a su llegada a Medellín, no solo evoca el encuentro de dos historias de dolor, discriminación y antipatías, sino que marca un hito histórico en las relaciones entre la política y el arte.

El encuentro de estas dos grandes mujeres negras, en compañía de las lideresas paisas del Pacto Histórico, representa el reencuentro con sus raíces, con la memoria de sus “ancestros y ancentras”, pero también con la nostalgia, la sabrosura y la alegría de las comunidades afrocolombianas, que han enriquecido la diversidad y la multiculturalidad de nuestro país. 

Los acordes musicales de Chopin, Luis A Calvo y la poesía de Dora Castellanos, que engalanaron este encuentro, son la expresión del poder transformador del arte. Los hermosos Nocturnos de Chopin, fueron compuestos en la época de mayor sufrimiento del compositor, debido a su delicado estado de salud y a su condición de exiliado polaco en Francia, durante la ocupación nazi. Luis Antonio Calvo, el compositor de música colombiana más destacado de comienzos del siglo XX, sufrió los rigores de la guerra, el destierro y la estigmatización. Y la poetisa Dora Castellanos, asumió cómo propios el sufrimiento y la vulneración de los derechos de esos colombianos que han tenido que vivir en la pobreza, la segregación y el abandono.

La llegada de Francia Márquez a la política, como formula vicepresidencial de Gustavo Petro, representa la esperanza y la fuerza de los pueblos afrocolombianos, indígenas, mulatos y mestizos, de los olvidados, de los “nadie”. Teresita Gómez dijo que ella está logrando lo que ha sido el gran anhelo de los sectores populares de este país en sus más de doscientos años de vida republicana: la unidad de los de abajo y los de arriba, de los que están a la izquierda y a la derecha, de los que están en el centro y los que están al lado. Francia es “nuestra mandela”, expresó.

Y lo está logrando, no solo con su discurso de inclusión, de diversidad y de fraternidad, sino especialmente por su sensibilidad social, su empatía, su “queridura”. Eso que el filosofo Nietzsche describió poéticamente como la “voluntad de poder”, que es esa capacidad de ir más allá de nosotros mismos para abrazarse con el otro.

Sin embargo, este encuentro fue registrado por la banalidad de los grandes medios como el mordisco de Frida, la pequeña anfitriona Shih Tzu, a la lideresa Francia Márquez. Incluso, destacaron el comentario racista y ofensivo de la cantante de música guascarrilera Marbelle, quien aprovechó el incidente para dispararle con el antipático trino del “mordisco ancestral”.

Durante los meses de febrero y marzo de este año, se registró un preocupante aumento los ataques racistas, misóginos y aporofóbicos, De acuerdo, con el reciente estudio de medios (Buho, 2022), estos ataques que pasaron del 3% al 13,5%, respectivamente. El informe indica que en los casi 20.000 artículos de prensa de más de 600 medios y 1.057 columnistas que se han referido al debate electoral, se privilegian los estereotipos, la satanización y los ataques personales, ante la escasez de ideas y argumentos para debatir las propuestas de los candidatos.

Los medios en nuestro país han contribuido a enrarecer el clima electoral y a degradar la cultura política de los colombianos; transformando el debate electoral en un juego sucio, un espectáculo antipático, cargado de ataques personales, mentiras y estigmatizaciones.

Una perla basta para ilustrar como el debate electoral se ha transformado en un debate de antipatías. La propuesta de reforma pensional de Gustavo Petro fue calificada como una “medida de corte populista y de un intento de expropiación” del ahorro de los 18 millones de colombianos los fondos pensionales privados. Incluso, el presidente Duque, quién no tiene límites para burlar los controles que le impone la débil democracia colombiana para evitar su abusiva intervención en política, se refirió a la propuesta pensional de Petro como un “atraco de las 3 P” y tomó partido por el candidato de sus preferencias y su partido, Federico Gutiérrez. 

Cada vez son menos las personas que creen que la democracia funciona en Colombia. De acuerdo con los resultados de la última Encuesta de Cultura Política (DANE, 2021), el 55.6% de los colombianos se declararon “desencantados” con la precaria democracia. Las razones de este desencanto se encuentran en la corrupción de la dirigencia política (32,9%), la falta de credibilidad en el sistema electoral (27,7%) y la escaza representatividad de los partidos y movimientos políticos (25,9%).

La mayoría de los colombianos creen que en el país no se garantizan los derechos humanos (43,2%). Tampoco se respeta la libertad de expresión, conciencia, difusión y divulgación de la información. Mucho menos se percibe que se protejan los derechos de las mujeres (26%), de las minorías étnicas (23,8%) y de los campesinos (21,6%).

Estas desalentadoras cifras de la cultura política, o mejor de la falta de cultura política, se acompañan con pérdida de credibilidad en las instituciones. Menos del 20% de los ciudadanos confían en las fuerzas militares y de policía. Muchos menos le creen al presidente de la República (17,9%), a la Fiscalía (16%), al Congreso (10,6%) y los partidos políticos (8,5%) que constituyen las columnas vertebrales del régimen democrático. 

Más preocupante es el hecho que la desconfianza generalizada de los ciudadanos con el funcionamiento de las instituciones democráticas también está erosionando el capital social. En el país solo 13% de las personas están vinculadas a alguna organización o forman parte de un grupo o una acción colectiva. No obstante, el hecho que las mujeres, los pobladores rurales y de la Colombia profunda tengan mejores niveles de asociatividad y cuenten con redes cercanas de confianza y apoyo (52,7%, 51,5% y 52,8% respectivamente), representa una importante reserva del capital social en nuestro país.

En estás dramáticas circunstancias, la llegada de Francia Márquez y el reciente triunfo electoral de las fuerzas de izquierda representa un gran desafío: la oportunidad histórica para que Colombia pueda dar un giro a la izquierda y podamos encaminarnos por la senda de las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales. 

Sin embargo, para que este anhelado cambio llegue y se pueda consolidar un gobierno de unidad popular, es necesario enfrentar varios retos y desafíos. El primero y más importante de ellos lo constituye la construcción de una gran reforma cultural y educativa, capaz de juntarnos y de sanar las heridas de la guerra, la discriminación y el odio. Cómo lo afirmará Nietzsche, la verdad, la sensibilidad y la voluntad de poder son los ingredientes indispensables para hacernos maduros para la paz. La verdad es una cantera para transformar y crear nuevos valores, aquellos que sean afirmadores de la convivencia y la vida. 

La sensibilidad es esa fuerza creadora de la empatía, capaz de curar nuestras heridas y juntarnos para la hacer de Colombia una potencia mundial de la vida. La sensibilidad y la empatía son la piel del cuerpo social, algo mucho más profundo que el pensamiento y la mera razón práctica. La empatía nos conecta con la vida, con la sabrosura, con los sueños y con el placer vivir. La sensibilidad y la empatía son también la fuerza creadora de la diversidad y la multiculturalidad de los pueblos y grupos sociales.

La “voluntad del poder” es esa capacidad juntarnos con los otros, de tender puentes y superar el egoísmo propio de estas sociedades consumistas y enajenadas. Solo con la voluntad del poder es posible lograr esa comunión de voluntades humanas capaz de construir propósitos comunes, transformar la realidad y construir nuevos mundos. Mundos donde quepamos todos: blancos y negros, mestizos y mulatos, ateos y cristianos, conservadores y revolucionarios, uribistas, liberales, demócratas y comunistas.

Pero para lograr esa anhelada transformación social y cultural es necesario primero construir un gran pacto social por la dignidad, la diversidad de los pueblos, la inclusión económica, social y cultural de todos los colombianos y colombianas y el rescate de “lo público”, de los bienes comunes.

En segundo lugar, será necesario que el nuevo gobierno asuma los compromisos y acuerdos, internos e internacionales, logrados para hacer de la paz el bien supremo, silenciar los fusiles, y hacer plausibles las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Colombia se comprometió con la comunidad internacional a transitar hacia una economía amable con el medio ambiente y más resiliente a los efectos del cambio climático.

En tercer lugar, es urgente y necesario emprender una gran reforma educativa y ética que genere nuevas sensibilidades, capacidades creativas y de innovación que nos acerque a la sociedad del conocimiento, del aprendizaje y de la cuarta revolución industrial (4Ri) y la tercera agrícola y rural.  

Para ello hay que retomar las experiencias exitosas que se han comenzado a transitar en colegios y universidades, públicos y privados, tales como el Liceo Campo David de Tunjuelito, el Instituto Alberto Merani, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Los Andes, la Pontificia Universidad Javeriana y los maestros de colegios públicos de Boyacá, Santander y Nariño, donde la preocupación por formar la sensibilidad, la empatía y los valores de los jóvenes estudiantes, se ha convertido en una prioridad de sus currículos pedagógicos y académicos.

Tal como lo señalo recientemente José Fernando Isaza, en su columna de El Espectador: Fecode y el magisterio nacional tiene que entender que la justa reclamación de los derechos de los maestros tiene que ir de la mano de los derechos y resultados de sus estudiantes. 

Cerrar la brecha educativa tiene que ser un compromiso del nuevo gobierno y toda la comunidad educativa.

Luis Alfredo Muñoz Wilches

13 de abril de 2022

Adenda 1: Algo muy podrido debe haber en la Casa de Nariño,  para que el presidente Duque le diera mensaje de urgencia a una ley que busca regular el empalme con el nuevo gobierno, impidiéndole el acceso a lo que denominan “información confidencial” y de “seguridad nacional”. ¿Será que en Palacio están muertos del susto con el inminente triunfo de Gustavo Petro, que quieren barrer por debajo de la alfombra roja, toda la podredumbre de este gobierno?

Adenda 2: Muy costosas le están saliendo las mentiras de Duque sobre la implementación de los Acuerdos de Paz, que en la última reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la mayoría de los países miembros le sacaron tarjeta amarrilla y Rusia le impuso la roja.

Adenda 3: El favoritismo descarado del gobierno de Duque en favor del candidato de sus preferencias y de su partido, parece que no le está funcionando bien, porque el candidato de la oposición sigue sumando puntos en las encuestas cada vez que Duque sale a ofenderlo.