miércoles, 21 de septiembre de 2016

NAIRO, EL DEPORTE Y LOS NUEVOS LIDERAZGOS EN COLOMBIA


De dónde es el que acaba de ganar?
Canción de San Miguelito
El regreso triunfal de Nairo Quintana a su tierra, coronado como campeón de la Vuelta a España, marca un hito en la historia del deporte y los nuevos liderazgos en Colombia. Este triunfo se suma a la generosa cosecha de medallas y records olímpicos, que los deportistas colombianos le han dado a este sufrido país, en un momento donde la esperanza y la fe parecen estar derrotando los sentimientos de odio y venganza de los espíritus violentos.
En el país se ha discutido –más bien poco, diría yo- acerca de las capacidades individuales de los deportistas colombianos para superar las condiciones de pobreza y marginalidad de los grupos sociales (afrocolombianos y campesinos) a los cuales pertenecen estos deportistas. Pero más allá de estas circunstancias anecdóticas, está la garra de nuestros deportistas para afrontar las circunstancias adversas, superar sus traumas y lograr las metas que se proponen. Por estas razones, los colombianos celebramos sus triunfos como si fueran nuestros y les reconocemos esa capacidad de resilencia que los hace merecedores de ser los mejores ejemplos de vida para nuestros jóvenes, niños y niñas, en un país donde abundan los dirigentes que solo piensan en su lucro personal y utilizan “todas las formas de lucha” para lograrlo, pasando por encima de cualquier consideración ética y de los sentimientos morales.
El caso de Nairo Quintana es excepcional. No solo demostró que tiene toda esas capacidades personales para fijarse metas, cada vez mayores, y lograrlas mediante el esfuerzo, la disciplina y la persistencia, sino que también fue capaz de conducir exitosamente su equipo para sortear los múltiples avatares de estas competencias ciclísticas internacionales y hacerlo campeón. 
La capacidad de liderazgo de Nairo también quedo ratificada en sus declaraciones. Primero en el pódium de Madrid, ante la mirada de millones de televidentes que siguieron paso a paso la Vuelta a España, fue capaz de leer el contexto actual del país para decir: “Colombia es paz, deporte y amor”. Y de esta forma, demostrarle al mundo entero que el anhelo de paz de los colombianos es un profundo sentimiento que solo los necios guerreristas se atreven a disentir. Y por estos días, en los merecidos homenajes que le tributaron en Bogotá y en Boyacá todos sus paisanos, volvió a ratificar esos sentimientos y anhelos de paz y reconciliación que vive Colombia. Como dice la canción:
“Lo vieron subir del surco a la bicicleta
La vida dura del campo lo hizo atleta
Su madre nunca pensó, su viejo no sospecho que se estaba formando a pulso un escalador”

lunes, 5 de septiembre de 2016

El veneno en la política Colombiana

Carta a un exmilitante de la izquierda Colombiana

Los hechos políticos ocurridos en las últimas semanas en Colombia significan que están dadas las condiciones para que el país deje atrás la guerra y se aboque por el sendero de la paz, la concordia y el progreso. Este es el escenario que la comunidad internacional ha celebrado con tanto entusiasmo como el narrador deportivo Mario Sábato celebró el irresistible ascenso de Nairo Quintana en la vuelta España.
Para quienes militamos en la izquierda colombiana, como Ud. y yo, y nos hemos gastado los últimos 30 años en invertir el aforismo de Clausewitz -“la guerra es la continuación de la política por otros medios”- y entender la interpretación del poder que hizo Foucault cuando expreso que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Recuerdo las tertulias donde Ud. repetía ese aforismo con la mismo entusiasmo que hoy lo lleva a afirmar lo contrario. Tal vez, ahora llevado por el afán de complacer a sus jefes políticos, quiere convérsese así mismo que lo que antes repetía con sincera convicción, era una equivocación o para decirlo en palabras de su congénere José Obdulio, era solo una blasfemia.
Pero los hechos son tozudos, tocayo! El Acuerdo final para la terminación del conflicto armado suscrito en La Habana, el pasado 24 de agosto; el cese al fuego definitivo y el respaldo de la Corte Penal Internacional al sistema de justicia transicional pactado en Colombia, constituyen las mejores condiciones históricas para que las FARC abandonen la lucha armada y se encaminen a transitar el sendero de la lucha política en el marco del Estado de derecho, donde las “reglas del juego” se fijan mediante el consenso, la legalidad y los acuerdos políticos.
En este tránsito a la legalidad, el hecho político más importante es que las FARC han tenido que aceptar su derrota histórica y disponerse a rendirle cuentas a la sociedad colombiana y, especialmente, a sus víctimas. En el marco de la justicia transicional sus principales dirigentes tendrán que ser investigados, condenados y recibir las condenas que deban purgar por sus crímenes. Solo así sus víctimas podrán perdonarlos y los colombianos podremos aceptar y, si es del caso, respaldar sus aspiraciones políticas.
Sin embargo, este tránsito a la vida política democrática no será fácil y no estará exento de dificultades y de cantos de sirena. El primero de ellos es la afirmación de que sin cárcel para los responsables de los crímenes de lesa humanidad no habrá justicia. Falso! Lo acaba de afirmar la propia Corte Pena Internacional para quienes lo pactado en el sistema de justicia transicional garantiza que no habrá impunidad. A diferencia de otros procesos de paz en el mundo, dónde se otorgaron amnistías totales o incluso, en anteriores procesos en Colombia, donde las investigaciones, el juzgamiento y las condenas aplicadas a los grupos paramilitares han sido francamente irrisorias y no lograron evitar la fundamental: la no repetición de los crímenes y violaciones al derecho internacional humanitario; tal como lo demuestran las estadísticas del Registro Único de Víctimas –RUV-recientemente publicadas por el Centro de Memoria Histórica.
En segundo canto de sirena, es el de que la desmovilización de las FARC puede provocar un “vaciamiento territorial”. El aumento de las siembras de coca y el recrudecimiento del narcotráfico en los territorios apartados de la llamada “ruralidad dispersa”, donde por muchos años las FARC han ejercido o impuesto su autoridad. Es todo lo contrario! El Acuerdo garantiza que las 80 mil familias campesinas que hoy están vinculadas a esos cultivos, puedan hacer su reconversión voluntaria hacia actividades licitas, acompañadas por programas de sustitución de cultivos que les garanticen un sustento digno y legal. El más reciente pronunciamiento del Fiscal Martínez, de reanudar las fumigaciones aéreas va en contravía de lo pactado y, sobretodo, intenta volver a ensayar el fracasado tratamiento punitivo que se enfoca en atacar a los campesinos cultivadores, que son el eslabón más débil de la cadena del narcotráfico.
El tercer canto de sirena y el más peligroso, es la afirmación de los opositores al Acuerdo que invitan a votar NO en el plebiscito, con la falacia de que así se podrá hacer “borrón y cuenta nueva” para buscar una nueva negociación que nos lleve a la “paz perfecta”. Mentira!. El triunfo del NO significa cerrar la puerta a la salida negociada del conflicto armado y el regreso a otra década de confrontaciones, de miles de muertos y de oscuridad para Colombia. Este es el mayor riesgo al que nos enfrentamos hoy: sentar las bases de una paz posible o irnos por el acantilado de los cantos de sirena de la retaliación y la venganza de quienes, como Ud., continúan aferrados al sentimiento de odio y de revancha.
Frente a este falso dilema, le recuerdo querido tocayo que era Ud. quién, hace apenas un par de años atrás, expresaba la necesidad del perdón para los crímenes de lesa humanidad cometidos por el paramilitarismo, aún acosta de sacrificar la verdad plena, con tal de lograr el éxito de la política de Justicia y paz del presidente Uribe.
Paradójicamente, ahora que estamos ad portas de lograr el tránsito definitivo de la guerra a política y a una paz duradera y estable, los expresidentes Pastrana y Uribe, decidieron unir sus voces para oponerse al Acuerdo de La Habana. Flaca memoria tienen estos expresidentes para no recordar que bajos sus mandatos intentaron lograr una paz negociada pero fracasaron y le dejaron como legado al país los estándares más altos en la historia reciente de violación de los derechos humanos y de impunidad.
En este momento histórico que vivimos hoy en Colombia, lo invito a reflexionar sobre lo expresado por la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, en su carta de saludo a los Colombianos, acerca de la necesidad de los sentimientos morales del perdón y la reconciliación para sentar las bases de una política de paz, esperanza y reconciliación: “El espíritu de revancha y retaliación es el veneno en cualquier relación humana, sea personal o política. La retaliación no corrige los males que ya han sucedido, y generalmente, solo acumula más odio y amargura para el futuro”.
Lo crucial hoy es dejar atrás los sentimientos de venganza y retaliación para construir el futuro, con “una postura política basada en la esperanza, el trabajo mancomunado y el reconocimiento de las diferencias con los otros que piensa y siente de modo distinto


Luis Alfredo Muñoz W