EL CAMINO DE OSLO
El camino de Oslo significa no
solo la protocologización de la segunda fase del Proceso de Paz en Colombia,
definido como Mesa de Negociación de la
Paz, sino la refrendación del carácter de negociadores plenipotenciarios de
los (10) integrantes de la Mesa de Negociación: 5 delegados del Gobierno
Colombiano y 5 delegados de las FARC. Los cuales contaran con el apoyo de un
grupo de asesores integrado por 20 miembros de cada una de las partes que podrán
ser rotados a voluntad de las partes.
Tal como lo expreso el Presidente
Juan Manuel Santos, el encuentro de Oslo representa un paso más en la dirección
del camino de la paz. Una vez surtida la fase exploratoria, que duro más de dos
años, se inicia -con paso firme pero discreto- la fase de negociación del fin
del conflicto armado en Colombia. Por primera vez en la historia del prolongado conflicto
armado en Colombia, las partes se sientan en Oslo con el firme propósito de
pactar la terminación del conflicto armado. Para lo cual, se pacto una Agenda
temática de 5 puntos y un procedimiento de negociación en medio del conflicto,
donde las partes manifestaron su intención de NO levantarse de la Mesa hasta
concluida toda la agenda de la negociación.
En opinión de uno de nuestros
expertos –expresada en nuestro pasado encuentro del 2 de octubre- la
negociación está avanzada en un 90%. Sin embargo, tal como lo manifestaran los
voceros de la insurgencia “nada está
pactado hasta que todo este pactado”. Razón por la cual, los tiempos de la
negociación no están plenamente acotados y podrían ser un motivo de las previsibles
divergencias que deben dirimirse durante esta fase de negociación.
Para el gobierno Colombiano, la
fase de negociación debe contabilizarse el meses y estaría condicionada por la
expectativa del próximo proceso electoral colombiano, que se inicia hacia
finales del año entrante (2013). Sin embargo, sí bien la insurgencia aspira a
llegar a ese proceso como un nuevo actor político de la contienda electoral, no
es un escenario que los trasnoche.
De todas formas, los tiempos de
la negociación para ambos bandos se sitúan más en el corto que en el mediano o
largo plazo.
Un segundo aspecto que es
fundamental para la negociación es la legitimidad internacional otorgada a los
negociadores. El hecho que las partes estuvieran de acuerdo en emprender el
camino hacia Oslo, en lugar de permanecer cómodamente sentados en la Habana,
significa que se busca lograr ese reconocimiento de la comunidad internacional.
Lo cual no solo ayuda a “blindar” el
proceso de las amenazas internas y externas, sino que esto puede significar el
desbloqueo de la “espada de Damocles”
que pesa sobre las cabezas del secretariado de las FARC, tanto en la Corte
Penal Internacional como en el Departamento de Estado de los EEUU. Una señal
clara de estos intríngulis la representa la inclusión de la guerrillera
holandesa Tanja
Nijmeijer en
la mesa de Oslo, sobre la cual pesan varias circulares rojas de la Interpol.
El tercer aspecto clave de
este encuentro es la voluntad expresada por las partes de poner fin al
conflicto armado en Colombia y hacerlo por la vía de la negociación política. En
este aspecto, la habilidad del Presidente Santos se asemeja a la habilidad
estratégica de Pekerman con la selección Colombia, al reconocer y direccionar
todas las baterías políticas en la búsqueda de una salida negociada. Primero,
reconoció el carácter político del conflicto armado, distanciándose fuertemente
de la posición de su antecesor, el Presidente Uribe, quién siempre lo vio como
una “guerra terrorista” contra el Estado. Luego, con la expedición de la Ley de
Víctimas y Restitución de Tierras, colocó a las víctimas del conflicto en el
centro de atención de la política de reparación. Igualmente, el tema del despojo
de las tierras y su intención de retornarlas a sus verdaderos dueños, a pesar
de la resistencia de la insurgencia de reconocer su carácter progresista,
constituye la cuota inicial de la política de tierras y desarrollo rural que
está en el epicentro del conflicto armado colombiano.
En cuarto lugar, está la
inclusión como primer punto de la Agenda el tema de la Tierra y el desarrollo
rural, constituye un reconocimiento a la legendaria lucha por la tierra en
Colombia como una de las fuentes primarias del conflicto armado. Para las FARC,
este ha sido su legado histórico y no podría pasar a la historia sin revindicar
su carácter de “guerrilla campesina”.
Este es un “punto de honor, tal como lo expresara Alejandro Reyes en nuestro
pasado conversatorio sobre la Ley de Desarrollo Rural. Por lo tanto, los temas
de tierras y desarrollo rural territorial constituyen la puerta de entrada a la
pacificación de extensas zonas del país y la oportunidad de lograr una completa
reinserción de las bases campesinas y milicianas de las FARC. Adicionalmente,
este tema está atravesado por los temas de la participación política de la insurgencia,
el desarrollo regional, los cultivos ilícitos y la justicia transicional. De ahí
la importancia estratégica del tema agrario en la negociación de la paz en
Colombia.
Finalmente, está el tema del cese
al fuego que aunque se pacto NO incluirlo en la Agenda de la negociación, es un
“llanito” que se cruza en el camino
de las negociaciones. De una parte, distintos sectores de la opinión nacional
reclaman que este tema haga parte de la Agenda de la Habana. Igualmente, los
voceros de las FARC han comenzado a proponer que se discuta en la Mesa. De tal
manera, que más temprano que tarde comenzará a tener que ser abordado en las
negociaciones de paz.
Amanecerá y veremos!
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