domingo, 5 de junio de 2016

LA ENCRUCIJADA DEL AGRO

Con la aprobación del llamado Acto legislativo para la paz, que agiliza la implementación de los Acuerdos de La Habana y faculta al Gobierno para tramitar una serie de normas y reformas constitucionales que desarrollen lo pactado con las Farc, se allanó el camino para la firma el Acuerdo de finalización del conflicto armado en Colombia. Lo cual constituye un logro sin precedentes en la siembra de la paz territorial. Sin embargo, el resurgimiento de la movilización agraria y rural, que hoy completa una semana de paro campesino e indígena en más de 17 departamentos, con un saldo lamentable de 3 dirigentes de la Minga Nacional Agraria, Campesina, étnica y Popular muertos, y decenas de manifestantes y policías heridos en los enfrentamientos. Constituye un revés para el gobierno del Presidente Santos, que se había comprometido a mejorar las condiciones y oportunidades de los campesinos y habitantes rurales.
Más aún, cuando el Gobierno suscribió, desde el 26 de mayo de 2013, un acuerdo para adelantar una reforma rural integral. Tiene el mejor diagnóstico de las brechas sociales y económicas que afectan el mundo rural, derivado del 3er Censo Nacional Agropecuario del año 2014. Y cuenta con un arsenal de propuestas muy bien estructuradas por parte de la Misión Rural, que llevo a cabo un grupo de especialistas, bajo la dirección de José Antonio Ocampo y con el apoyo técnico de Planeación Nacional. Recomendaciones que fueron incorporadas al Plan Nacional de Desarrollo, en el capítulo de Transformación del Campo.
Resulta paradójico que el Gobierno, en medio de un proceso de negociación de paz, haya tenido oídos sordos a estas propuestas y no cuente con una clara y coherente política pública de desarrollo rural.
A lo anterior se suma, el desbarajuste del desempeño económico del sector agropecuario, que en el último trimestre tuvo un decrecimiento del -2,9%. Tan solo el café logró un buen desempeño (7,9%) que le permitió al agregado del sector pasar raspando (0,7%). Si bien es cierto, tal como lo afirmamos al comienzo del año en esta columna (Misión Rural Recargada), el agudo y prolongado verano que ocasionó el fenómeno del Niño puede explicar en buena parte el descenso en la producción agrícola del primer semestre del año, lo cierto es que la falta de previsión y de una política agropecuaria anticíclica, han terminado por pasarle la factura al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, que no ha podido diseñar y proveer los instrumentos idóneos para hacer una política seria y eficaz de ordenamiento productivo del país.
De tal manera, que ante la ausencia de políticas públicas consistentes y efectivas, las demandas de este nuevo paro campesino y rural, seguramente terminaran aumentado la “lista de mercado” de compromisos incumplidos, que según las cifras de la Cumbre Agraria asciende a 1 billón de pesos, entre lo pactado en el primer Paro Agrario de 2013 y los compromisos de Pares del año 2014. Flaco balance para un Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural que se precia de ser el “modelo para el postconflicto
Al Gobierno del Presidente Santos le llegó la hora de dar un timonazo en el sector agropecuario y rural, para enrutarlo hacia la construcción de la paz territorial y el postconflicto.
De lo contrario corre el riesgo de que se haga realidad la predicción del filosofo S. Ziz^ek acerca de que: “la luz al final del túnel sea la de un tren que se acerca en dirección contraria

Luis Alfredo Muñoz Wilches

Bogotá, 5 de mayo de 2016

1 comentario:

  1. Ello muestra un comportamiento, digamos, "esquizofrénico" respecto del tratamiento del sector rural. Y no es gratuito, pues se debe a multiples compromisos políticos que desequilibran y contaminan el proceso de decisiones de poítica pública.

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