lunes, 5 de septiembre de 2016

El veneno en la política Colombiana

Carta a un exmilitante de la izquierda Colombiana

Los hechos políticos ocurridos en las últimas semanas en Colombia significan que están dadas las condiciones para que el país deje atrás la guerra y se aboque por el sendero de la paz, la concordia y el progreso. Este es el escenario que la comunidad internacional ha celebrado con tanto entusiasmo como el narrador deportivo Mario Sábato celebró el irresistible ascenso de Nairo Quintana en la vuelta España.
Para quienes militamos en la izquierda colombiana, como Ud. y yo, y nos hemos gastado los últimos 30 años en invertir el aforismo de Clausewitz -“la guerra es la continuación de la política por otros medios”- y entender la interpretación del poder que hizo Foucault cuando expreso que “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Recuerdo las tertulias donde Ud. repetía ese aforismo con la mismo entusiasmo que hoy lo lleva a afirmar lo contrario. Tal vez, ahora llevado por el afán de complacer a sus jefes políticos, quiere convérsese así mismo que lo que antes repetía con sincera convicción, era una equivocación o para decirlo en palabras de su congénere José Obdulio, era solo una blasfemia.
Pero los hechos son tozudos, tocayo! El Acuerdo final para la terminación del conflicto armado suscrito en La Habana, el pasado 24 de agosto; el cese al fuego definitivo y el respaldo de la Corte Penal Internacional al sistema de justicia transicional pactado en Colombia, constituyen las mejores condiciones históricas para que las FARC abandonen la lucha armada y se encaminen a transitar el sendero de la lucha política en el marco del Estado de derecho, donde las “reglas del juego” se fijan mediante el consenso, la legalidad y los acuerdos políticos.
En este tránsito a la legalidad, el hecho político más importante es que las FARC han tenido que aceptar su derrota histórica y disponerse a rendirle cuentas a la sociedad colombiana y, especialmente, a sus víctimas. En el marco de la justicia transicional sus principales dirigentes tendrán que ser investigados, condenados y recibir las condenas que deban purgar por sus crímenes. Solo así sus víctimas podrán perdonarlos y los colombianos podremos aceptar y, si es del caso, respaldar sus aspiraciones políticas.
Sin embargo, este tránsito a la vida política democrática no será fácil y no estará exento de dificultades y de cantos de sirena. El primero de ellos es la afirmación de que sin cárcel para los responsables de los crímenes de lesa humanidad no habrá justicia. Falso! Lo acaba de afirmar la propia Corte Pena Internacional para quienes lo pactado en el sistema de justicia transicional garantiza que no habrá impunidad. A diferencia de otros procesos de paz en el mundo, dónde se otorgaron amnistías totales o incluso, en anteriores procesos en Colombia, donde las investigaciones, el juzgamiento y las condenas aplicadas a los grupos paramilitares han sido francamente irrisorias y no lograron evitar la fundamental: la no repetición de los crímenes y violaciones al derecho internacional humanitario; tal como lo demuestran las estadísticas del Registro Único de Víctimas –RUV-recientemente publicadas por el Centro de Memoria Histórica.
En segundo canto de sirena, es el de que la desmovilización de las FARC puede provocar un “vaciamiento territorial”. El aumento de las siembras de coca y el recrudecimiento del narcotráfico en los territorios apartados de la llamada “ruralidad dispersa”, donde por muchos años las FARC han ejercido o impuesto su autoridad. Es todo lo contrario! El Acuerdo garantiza que las 80 mil familias campesinas que hoy están vinculadas a esos cultivos, puedan hacer su reconversión voluntaria hacia actividades licitas, acompañadas por programas de sustitución de cultivos que les garanticen un sustento digno y legal. El más reciente pronunciamiento del Fiscal Martínez, de reanudar las fumigaciones aéreas va en contravía de lo pactado y, sobretodo, intenta volver a ensayar el fracasado tratamiento punitivo que se enfoca en atacar a los campesinos cultivadores, que son el eslabón más débil de la cadena del narcotráfico.
El tercer canto de sirena y el más peligroso, es la afirmación de los opositores al Acuerdo que invitan a votar NO en el plebiscito, con la falacia de que así se podrá hacer “borrón y cuenta nueva” para buscar una nueva negociación que nos lleve a la “paz perfecta”. Mentira!. El triunfo del NO significa cerrar la puerta a la salida negociada del conflicto armado y el regreso a otra década de confrontaciones, de miles de muertos y de oscuridad para Colombia. Este es el mayor riesgo al que nos enfrentamos hoy: sentar las bases de una paz posible o irnos por el acantilado de los cantos de sirena de la retaliación y la venganza de quienes, como Ud., continúan aferrados al sentimiento de odio y de revancha.
Frente a este falso dilema, le recuerdo querido tocayo que era Ud. quién, hace apenas un par de años atrás, expresaba la necesidad del perdón para los crímenes de lesa humanidad cometidos por el paramilitarismo, aún acosta de sacrificar la verdad plena, con tal de lograr el éxito de la política de Justicia y paz del presidente Uribe.
Paradójicamente, ahora que estamos ad portas de lograr el tránsito definitivo de la guerra a política y a una paz duradera y estable, los expresidentes Pastrana y Uribe, decidieron unir sus voces para oponerse al Acuerdo de La Habana. Flaca memoria tienen estos expresidentes para no recordar que bajos sus mandatos intentaron lograr una paz negociada pero fracasaron y le dejaron como legado al país los estándares más altos en la historia reciente de violación de los derechos humanos y de impunidad.
En este momento histórico que vivimos hoy en Colombia, lo invito a reflexionar sobre lo expresado por la filósofa norteamericana Martha Nussbaum, en su carta de saludo a los Colombianos, acerca de la necesidad de los sentimientos morales del perdón y la reconciliación para sentar las bases de una política de paz, esperanza y reconciliación: “El espíritu de revancha y retaliación es el veneno en cualquier relación humana, sea personal o política. La retaliación no corrige los males que ya han sucedido, y generalmente, solo acumula más odio y amargura para el futuro”.
Lo crucial hoy es dejar atrás los sentimientos de venganza y retaliación para construir el futuro, con “una postura política basada en la esperanza, el trabajo mancomunado y el reconocimiento de las diferencias con los otros que piensa y siente de modo distinto


Luis Alfredo Muñoz W

6 comentarios:

  1. Muy valiente y claro planteamiento. Solidario abrazo querido amigo.

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  2. Muy valiente y claro planteamiento. Solidario abrazo querido amigo.

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  3. Una visión clara y objetiva del momento histórico por que pasa el país. Un tema muy oportuno y bien planteado.
    Es un sinsentido acudir a la política para impedir el acuerdo para la paz. En Colombia hay algunos grupos políticos que actúan como si el país fuera una barriada de ignorantes y de gente frustrada. Es decir, vociferan, escandalizan, especulan y hacen pedagogía para que el país continue en la zozobra que produce la acción armada de los grupos guerrilleros.
    Para muchos, ejercer la política o militar en un partido político es solo el peldaño para obtener un empleo circunstancial o un status social. El costo de esta conducta en este momento crucial y de trascendencia para el país impactará sin duda el bienestar de los colombianos.
    Sin duda, la paz aportará la prosperidad para todos.

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  4. Una carta muy bien lograda casi una radiografía del Alfredo que conocimos ayer y el de hoy

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  5. Cuanta verdad en tus apreciaciones...no nos es posible omitir la historia de este pais y sobre todo sus detalles... otros buenos argumentos para alimentar el Si. un abrazo fuerte

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  6. Cuanta verdad en tus apreciaciones...no nos es posible omitir la historia de este pais y sobre todo sus detalles... otros buenos argumentos para alimentar el Si. un abrazo fuerte

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