martes, 15 de mayo de 2012

Colombia país diverso y desigual


COLOMBIA PAIS DIVERSO Y CON GRANDES DESIGUALDADES REGIONALES

Colombia se caracteriza por ser un país heterogéneo en su geografía, con diferentes niveles de desarrollo regional y condiciones culturales y sociales diversas. Además, el país presenta grandes brechas en el desarrollo de sus territorios, las cuales son un reflejo, entre otros aspectos, de las trampas de la pobreza, de la complejidad de las relaciones territoriales y de condicionamientos históricos estructurales.

En particular, las brechas regionales se han incrementado significativamente durante los últimos años, lo que indica una mayor incidencia de la pobreza en ciertas regiones; particularmente, en aquellas regiones más apartadas y asiladas. En efecto, mientras la pobreza cayó más rápidamente (13%) al pasar del 49,7% en el 2002 al 36,9% en el 2009. la pobreza rural pasó de 69,2% a 64,3%, con lo cual  la brecha urbano-rural aumentó hasta el punto que la pobreza rural es 1,62 superior a la urbana.

Son múltiples los factores que explican el relativo atraso de nuestras áreas rurales. En primer término, las tasas de crecimiento (PIB) regional durante el periódo 1990-2005 han sido muy desiguales y muy poco convergentes. Como puede observarse en el gráfico Nº 1 mientras un grupo de departamentos de la región Caribe (Guajira, Cesar y Córdoba) y Nororiental (Casanare y Meta) tuvieron un tasas de crecimiento promedio anual superiores al 4,5%, la mayoria de los departamentos del eje cafetero (Antioquia, Caldas, Quindio y Risaralda) y de la región CentroOriente (Boyacá, Cundinamarca, Huila y Tolima) crecieron a tasas inferiores al promedio nacional (3,5%), y finalmente, departamentos como Choco (1,6%), Guaviare (-0,8%), Arauca (-1,45) y Amazonas (-5%) tuvieron un crecimiento negativo. Paradogicamente, los departamentos del primer grupo que fueron favorecidos con desarrollo de la mineria y la explotación petrolera, presentan índices elevados de pobreza (46,1% y 37,2% respectivamente), miseria (23,2% y 17,7%) y de concentración de los ingresos (GINI de 0,534 y 0,642 respectivamente). Igualmente, los departamentos del borde Pacífico (Choco, Cauca y Nariño) muestran los mayores índices de pobreza (62,5%), y miseria (19%).      



En segundo lugar, las dificultades que tienen los pobladores de las regiones aisladas para acceder a los bienes públicos se reflejan a los menores niveles de cobertura y calidad de los servicios de educación, salud, agua potable y saneamiento básico; las deficiencias en las infraestructuras para la prestación de servicios tales como energía, telefonía, conectividad, transporte, recreación, cultura y deportes. Lo mismo que el acceso a las tecnologías de información y comunicaciones (TIC), la innovación y la asistencia técnica agropecuaria.

En tercer lugar, los conflictos en el acceso y uso de los recursos del suelo, agua, recursos biológicos y ambientales, y en general, de los recursos naturales generan una mayor vulnerabilidad de la población rural frente a fenómenos tales como el cambio climático, los desastres naturales y los riesgos propios de la agricultura.

En cuarto lugar, la carencia y debilidad de instituciones públicas de apoyo al sector rural capaces de garantizar un marco de regulación y protección de los derechos fundamentales de los pobladores rurales, ha agudizado la inestabilidad y la precariedad de los espacios de participación ciudadana y la gobernabilidad local.

En quinto lugar, es bien sabido que nuestras áreas rurales han sido severamente afectadas por una larga inestabilidad económica, social y política, pues en ellas se han dado las mayores manifestaciones de violencia por el conflicto interno, además de haber sido el escenario más frecuente para los problemas derivados de los cultivos ilícitos y de la actividad del narcotráfico. Cabe mencionar que como resultado directo de lo anterior, existen cerca de 3 millones de personas desplazadas[1], algunas de las cuales fueron objeto del despojo de tierras o dejaron abandonadas sus propiedades en muchas regiones del país. A esta situación de pobreza rural se le ha sumado el fenómeno de desplazamiento forzado que durante los años 2000-2010 despojo de sus tierras de aproximadamente 830.000 hogares campesinos. Con lo cual la situación de la gran mayoría de los 11,8 millones de habitantes que viven en las áreas rurales empeoró.

En general se destaca la precariedad de las políticas públicas de desarrollo rural y la atomización y fragmentación en la asignación de los recursos, lo cual ha generado grandes ineficiencias en la aplicación de los recursos públicos y, sobre todo, unos bajos impactos en las condiciones de vida de los pobladores del sector rural.

Las más recientes evaluaciones sobre el resultado de las intervenciones de las entidades encargadas de ejecutar las acciones encaminadas a promover el desarrollo rural coinciden en señalar en sus conclusiones aspectos tales como:
  • El carácter centralista y el sesgo agropecuario en la estructuración de los planes y programas de desarrollo territorial y de las intervenciones de las entidades nacionales en los territorios.
  • Los esfuerzos realizados por estas entidades se caracterizan por estar notoriamente dispersos, y no existe articulación alguna entre las distintas intervenciones
  • Es muy bajo el nivel de coordinación entre las organizaciones encargadas de promover el desarrollo rural, tanto al interior del sector agrícola, como entre los demás sectores que tienen que intervenir con las acciones bajo su responsabilidad que son indispensables para el desarrollo de las zonas rurales
  • Las características productivas del sector rural son diversas y se diferencian por región y por productos, pero las políticas del sector agropecuario tienden a ser cada vez generales, han perdido su capacidad de adaptarse a las condiciones de los productores y generan una distribución desigual y a veces inequitativa de los recursos públicos.
  • Las intervenciones que actualmente se aplican al sector rural no responden a las necesidades de ordenamiento productivo ni al objetivo de lograr un uso más eficiente del suelo, y carecen de un verdadero enfoque de competitividad en el cual las decisiones productivas respondan a factores vinculados con los mercados a los cuales se pretende atender.



CONTEXTO INTERNACIONAL

El mundo de hoy se caracteriza por el proceso de globalización, el cual se manifiesta como la creciente gravitación de los procesos económicos, sociales y culturales de carácter mundial sobre aquellos de carácter puramente local, nacional o regional. Aunque no se trata de fenómeno nuevo –dado que sus raíces se remontan a períodos históricos anteriores- los cambios dramáticos que se están operando en los espacios y tiempos generados por la revolución en las comunicaciones y la información han configurado nuevos escenarios, que representan inmensos retos para los países, las regiones y las localidades. En particular, estas transformaciones han dado lugar al surgimiento de nuevos territorios más integrados con los contextos urbanos, regionales e internacionales. Las antiguas fronteras y divisiones tienden a desaparecer y en su lugar han aparecido nuevas dimensiones del desarrollo regional (Schejtman, 1999).
Los estudios recientes sobre los nuevos territorios reconocen dos rasgos principales que caracterizan esas transformaciones: la creciente heterogeneidad de su estructura productiva y su articulación con los procesos de apertura e internacionalización de los mercados en el mundo. Como consecuencia del primer fenómeno, en Colombia, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, coexisten unas regiones modernas o capitalistas y unas regiones atrasadas y desarticladas; lo cual plantea grandes desafíos en el diseño de las políticas públicas de desarrollo.

En relación con el segundo proceso, de internacionalización e integración de los mercados a escala mundial, también ofrecen nuevos retos, pero también, oportunidades. La mayoría de los países de la región han entendido –con sobrada razón- que las estrategias de desarrollo regional deben diseñarse hoy en función de las posibilidades que ofrece y los requerimientos que exige una mayor integración a los mercados regionales e internacionales. Una de las dimensiones más relevantes del proceso de globalización es la gradual e inexorable generalización de ideas, valores y formas de consumo que se hacen cada vez más globales. Uno de los aspectos que mejor expresan esta tendencia integradora son los Tratados de Libre Comercio (TLC) que se pactan entre países o regiones para enfrentar mejor las oportunidades y los retos de la internacionalización económica.

El contexto internacional de la presente década se caracteriza por la tendencia alcista de los precios internacionales de los alimentos y las materias primas agrícolas –commodities-, que comenzó a sentirse durante el segundo semestre de 2010, como resultado de la conjugación de la crisis económica de las economías desarrolladas y el incremento de la demanda mundial de alimentos y materias primas sustentado en la expansión del consumo de países como China e India.

En este contexto, los países de América Latina y el Caribe –ALC- han experimentado un crecimiento de las actividades agrícolas y rurales, favorecido por el alza de precios y una mejora en la productividad del sector agropecuario. El positivo comportamiento del valor agregado agrícola (VAA) refleja mejor el crecimiento de los ingresos reales de los factores de producción, dado que en la última década se presentaron ciclos de crecimiento en los ingresos reales significativamente mayores que en los volúmenes de producción. En efecto, el ingreso real agrícola promedio de ALC creció un 13,3% en el 2002, 10,2% en 2003, 10,9% en 2007 y 10,1% en 2009, al mismo tiempo que la tasa de crecimiento del volumen de producción agrícola no supero el 5% durante esos años.

En general, el comportamiento del VAA ha sido muy positivo en toda la región de ALC, pues mientras en los países del Cono Sur las tasas de crecimiento promedio anuales estuvieron alrededor del 4,6%, en las demás subregiones estuvieron en 2,5% (2,5 en Centroamérica, 2,4% en el Caribe, 2,3% en la región Andina y 2,2% en el Norte).

Las Agencias de Desarrollo, tales como CEPAL, FAO e IICA[2], estiman que la tendencia al alza en los precios internacionales de los commodities se mantendrá a largo plazo –en un ciclo expansivo de 12 o 15 años más-. Estas agencias esperan que durante el presente año la producción agrícola continúe aumentando, particularmente la de los cereales, tal como lo fue durante el 2010 en que se incrementó la producción en más del 7% en comparación con el año anterior, gracias a las mejores condiciones climáticas, seguidas de incrementos en el área sembrada y aumento de los precios.
Igualmente se espera que la producción de biocombustibles continúe aumentado. Algunas de las previsiones más relevantes para ALC son las siguientes:
  • Elevación de precios de los biocombustibles y alimentos en términos reales en el largo plazo;
  • China continuará jalonando el crecimiento de la economía mundial y será uno de los socios más importantes de ALC, demandando una mayor cantidad de productos agroalimentarios, con lo cual contribuirá a reanimar los flujos de comercio agroalimentario;
  • El desafió de lograr la seguridad alimentaria mundial estimulará la producción competitiva de alimentos de calidad en ALC; 
  • Los países que deseen afrontar con éxito estos desafíos deberán incentivar de manera decisiva el desarrollo y el fortalecimiento de la investigación, la innovación y la información de calidad del sector agropecuario y rural.



[1] Respecto a las cifras del desplazamiento forzado en Colombia existe una amplia discusión sobre la consistencia de los registros y de la existencia de subregistro. El Registro Único de Población Desplazada –RUPD- de la Agencia Presidencial de Acción Social reporta cerca 3.600.000 personas desplazadas.
[2] CEPAL-FAO-IICA, Perspectivas de la agricultura y el desarrollo rural en las Américas, 2010-2012.

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