“Después de escalar una gran montaña, uno se encuentra con que es sólo el
comienzo de muchas más” Nelson Mandela
La firma del acuerdo para la terminación del conflicto armado en
Colombia no es un punto de llegada, es un punto de partida. Así lo demuestra el nuevo aire de
optimismo y esperanza se ha apoderado de los colombianos y el
tono con que las distintas voces de opinión del país se han referido al
transcendental acuerdo del fin de la guerra. Voces que van desde la extrema
izquierda hasta el uribismo, donde la noticia de La Habana les llegó como un
Tsunamí, provocando un profundo cismo en las filas del Centro Democrático, que
los ha obligado a reconsiderar su obstinada oposición a los acuerdos de paz de
La Habana y a “doblar la página”, tal
como lo expreso Plinio Apuleyo en su última columna del diario El Tiempo.
En palabras del propio Bernie Aronson, enviado especial de EE.UU. para
los diálogos de La Habana, “la guerra se
acabó y lo acordado es irreversible”; lo cual significa que el esperado día
D’ ha llegado y que los colombianos hemos sido capaces de remontar la empinada
montaña de 50 años de confrontación armada.
Sin embargo, al igual que la sabia frase de Mandela, este acuerdo no
significa que hayamos alcanzado la paz. Vendrán nuevos y más grandes desafíos
en materia de reconciliación, perdón y reparación a las víctimas, en seguridad
ciudadana, en la erradicación del paramilitarismo, el narco tráfico, la
ilegalidad y la corrupción, en el fortalecimiento de las instituciones, en la
profundización de la democracia local, en la superación de la pobreza rural, la
desigualdad y las inequidades territoriales, en la consolidación de la paz
territorial y, en síntesis, en la construcción de la paz y el postconflicto.
El primer desafío en esta nueva
etapa del postacuerdo, es la refrendación de la paz que requiere la aprobación
de la mayoría de los colombianos. Tarea que tiene todos los riesgos que se
vieron recientemente en el referendo del Reino Unido, donde la salida del “Brexit” se impuso a pesar de todos los pronósticos
favorables a la permanencia en la Comunidad Europea. Unas precarias mayorías desinformadas
y arrastrada por las mentiras de los irresponsables líderes del Brexit -que
después de haber “matado el tigre se asustaron con el cuero”- se impusieron. Dejando
en el limbo a ese país, que ahora se parece mucho más al país de las tragedias y
equivocations shakesperianas. Estas
lecciones aprendidas de la tragedia inglesa, nos obligan a sumarnos con mucho
entusiasmo a la causa más importante de Colombia hoy que es la de contribuir a
fomentar un debate bien informado y esclarecedor de los beneficios de la “paz querida”
El segundo desafío lo
constituye la capacidad de los colombianos de construir un lenguaje de reconciliación,
capaz de tender los puentes para salir del pantano de la confrontación fratricida
y entrar en la senda de los acuerdo éticos fundamentales de la verdad, la
reparación, y el perdón que nos reconcilie como un solo país y nos permita
reconstruirnos como una nación prospera, incluyente, en paz y con propósitos
comunes
El tercer desafío lo constituye
las garantías para que se de un transito pacífico e irreversible de la guerrilla
de las Farc a un movimiento político legal que compite dentro de las reglas de
la democracia y la legalidad. Lo cual implica, de parte de las Farc, que exista
una voluntad sincera de hacer dejación total y definitiva del uso de las armas como
instrumento de lucha política. Y, de parte del Gobierno, la capacidad para
recuperar el monopolio de las armas, como condición sine quo non para la erradicación del paramilitarismo y del narcotráfico
y para garantizar la tranquilidad y seguridad ciudadana.
El cuarto desafío lo
representa el fortalecimiento de la presencia institucional en todo el
territorio colombiano y, particularmente, en aquellas zonas más apartadas y
vulnerables donde su debilidad o ausencia ha permitido el desarrollo del
conflicto armado, de los cultivos de uso ilícito y de la ilegalidad. El Conpes
de los “Contratos-Paz”, anunciado recientemente
por el Ministro del Postconflicto, Rafael Pardo, va en esa dirección para
sentar las bases institucionales del postconflicto, a través de una combinación
de “acciones de respuesta rápida”,
que buscan llevar la presencia del Estado a esas apartadas regiones, con intervenciones
integrales que permitirán realizar las transformaciones
productivas, sociales e institucionales requeridas para lograr la
superación de la pobreza rural, la inequidad y el cierre de las brechas
económicas y sociales que han impedido la integración de esos territorios al
disfrute pleno de los derechos, el desarrollo y la prosperidad.
El quinto desafío lo
constituye la ampliación y profundización de la democracia local, a través de
la apertura democrática para el ejercicio de la oposición política, las
garantías de seguridad, el fortalecimiento de la participación ciudadanía, la
convivencia, la transparencia, el respeto por las diferencias y la tolerancia.
Los cuales constituyen los insumos para el desarrollo de una cultura política
más democrática, participativa e incluyente.
El sexto desafío lo
representa la consolidación de la “paz
territorial”, lo cual significa la construcción de acuerdos sobre lo fundamental
o contratos-paz entre los actores
locales, las autoridades territoriales y el gobierno nacional para aunar
esfuerzos en la construcción y desarrollo de una Agenda Común para el desarrollo integral, sostenible y competitivo
del territorio, en el corto, mediano y largo plazo. Esta Agenda Común debe
abarcar temas como: el desarrollo rural integral con enfoque territorial, la
reparación a la víctimas del conflicto armado, la sustitución de cultivos y/o
actividades ilegales, las garantías para la participación política, el
fortalecimiento de las economías colaborativas y de las capacidades de
planificación y autogestión del desarrollo territorial integral.
Solo así seremos capaces de remontar los desafíos del postconflicto y construir
una paz estable, duradera y sostenible que enrute a Colombia por la senda del crecimiento,
la prosperidad y el bienestar general de todos los colombianos.
Luis Alfredo Muñoz Wilches
Bogotá, 4 de Julio de 2016
Soy Paz, contribuyo con ella desde mi trabajo, actitud y ciudadanía.
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