martes, 14 de julio de 2020

La insoportable levedad de la “Jaula de cristal”

“El más atroz de los peligros para cualquier gobernante está en el hecho de que, 
cercado como vive de aduladores, siempre escucha mentiras sobre su mandato 
y acaba por creérselas” 
(Tomado de Lider Sin Estado Mayor de Carlos Matus, 1984)
Cuando el teléfono rojo sonó, todos los consejeros corrieron a avisarle al Presidente, que en ese momento se encontraba preparando el set de su alocución vespertina. Él interrumpió abruptamente el ensayo de su acostumbrado programa, abandonó la sala del Consejo de Ministros y se dirigió apresuradamente al Salón Bolívar desde donde acostumbra recibir ese tipo de llamadas. En el corto recorrido imaginó que se trataba de su amigo Trump, quien le interpelaría por la decisión del Tribunal de Justicia de suspender el envío de las tropas norteamericanas a nuestro país. Tal cómo se lo acababa de comentar la Canciller, en uno de los pasillos del Palacio, esta decisión comenzaba a afectar las buenas relaciones entre los dos países. 
Sin embargo, cuando escuchó la voz del otro lado de la línea, se sorprendió aún más y comenzó a sentir el leve temblor que lo acompaña últimamente, cada vez que debe leer el pesado libreto lleno de cifras y porcentajes que él díficilmente entiende, pero que recita en una lección bien aprendida, como lo ha hecho siempre en su corta y éxitosa carrera política.
“Aló Presidente - le habla Hugo Chaves Frías -muchas gracias por responder a mi llamada. Ahora que estoy en el retiro forzoso de la lucha política, puedo llamarlo gracias a la cuenta de minutos ilimitados que me regaló nuestro común amigo Cisneros, el empresario venezolano, ahora conocido como el carevampiro. Al igual que su señoría me encuentro confinado, por motivo del ¨coronavirus¨ ahora extendido a los cielos, por quienes creyeron ingenuamente en la llamada “inmunidad del rebaño”. Aquí hasta el presente tampoco tenemos cura que valga. Ni siquiera con el poder de los ángeles, serafines, querubines y todos los santos hemos podido encontrar la vacuna que nos ponga a salvo. Sepa señor Presidente Iván Duque, que lo llamó no para recriminar las decisiones que otros toman, sino para expresarle mi solidaridad”.  
Tanto Usted como yo hemos sido víctimas de la cultura política que campea en nuestros países, caracterizada por el afán desmedido de llegar al poder -no para servir a los ciudadanos que los eligieron- sino para enriquecerse, aprovechando lo el coloquialmente conocemos cómo el “cuarto de hora”.  
Comparto su genuina preocupación por la vulnerabilidad de los usted cariñosamente llama “nuestros abuelitos”, que, al igual que su gobierno, estamos atravesando difíciles momentos, fruto de las malas elecciones tomadas a lo largo de la vida y que, inexorablemente, nos conducen al confinamiento definitivo, aún en los mismísimos cielos. 
Señor presidente, veo con intranquilidad cómo su gobierno está cayendo preso de las mismas circunstancias que ayudaron a elegirlo. Otra vez la historia nos muestra una dura lección: crea héroes de la nada, pero también los sepulta por no estar a la altura de las circunstancias. Tenga en cuenta que esas circunstancias, bajo el manto de la cultura política dominante, son las que forjan el carácter de los líderes. De esta manera se crean liderazgos muy competentes para ganar elecciones, pero poco o nada capaces de gobernar. Por que una cosa es la lucha política para ganar las elecciones y otra la capacidad de gobernar que solo se adquiere en el ejercicio técnico y político de las escuelas de gobierno. 
Mi interés ahora, señor Presidente, es desentrañar las circuntancias políticas e históricas que han llevado a nuestros países a escenarios muy similares de gran incertidumbre y vulnerabilidad. No quiero abrumarlo citando a autores que usted considera sesgados para tomar sus decisiones, pero cómo dijera el viejo Marx “Los hombres hacemos nuestra propia historia, pero no la hacemos bajo las circunstancias elegidas por nosotros, sino bajo aquellas que nos han sido legadas por el pasado”. Los dos sabemos que nos tocó gobernar bajo unas reglas de juego político-institucional heredadas, donde el clientelismo, el engaño a los electores, la corrupción y, en el caso colombiano, el narcotráfico y el asesinato sistemático de sus líderes sociales, son la práctica política dominante. 
Este estilo de hacer política nos favoreció a los dos, aunque de modo diferente. A mi caso, fue la crisis de política tradicional adeco-copeyana la que me abrió la oportunidad histórica de romper con ese nefasto legado histórico e instaurar un nuevo régimen político que yo llamé el “socialismo del siglo XXI”. En su caso, señor Presidente, el régimen político colombiano le abrió una inesperada oportunidad que lo condujo hacia la Presidencia de la República, en una rápida y meteórica carrera. Aun cuando, en su afán por llegar al solio de Bolívar cometió muchos errores que ahora está pagando con su prestigio y legitimidad. Su carácter bonachón y fiestero y su inexperiencia en la lucha política lo condujó a nadar en el estanque de los hambrientos tiburones de la política colombiana, sin estar suficientemente preparado. Usted, señor Presidente, confiando como siempre, en las bondades de su mentor, bajó la guardia y dejó -como ahora lo repite en su gobierno- que los alfiles del expresidente Uribe manejaran su campaña. 
Incluso, descuidó asuntos tan delicados como los aportes a su campaña. Por eso, personajes tan siniestros cómo el Ñene Hernandez, no solo hizo innumerables selfies con su señoría, sino que manejó a sus anchas los dineros de su campaña. Usted sabe que muchos de esos aportes los hicieron reconocidos narcotraficantes como “Marquitos” Figueroa y otros -como en el caso del Cisneros-gate- se consignaron subrepticiamente a las cuentas del partido del expresidente Uribe, para encubrir lo que a todas luces es un delito político: recibir dineros de personas u organizaciones extranjeras. 
Me siento más preocupado sabiendo que, ahora señor Presidente, se encuentra cercado por apoyos tóxicos de su partido y le toca gobernar confinado en el Palacio de Nariño. Allá, lejos y distante de las necesidades de la gente, Usted vive en una verdadera “jaula de cristal”; grande como su país, cómoda y muy bien iluminada, pero vulnerable y asediada por graves problemas como los que le vengo mencionando.
Mientras tanto, Presidente, usted decidió concentrar toda su atención en la preparación y emisión del Programa “Prevención y Acción”, que hoy cumple 4 meses al aire en horario triple A. Créame, señor Presidente -como amigo le digo- que, en este tema tuve 12 años de experiencia en el prime time de la TV venezolana con el Programa Aló Presidente, el desgaste y la tensión vividos en la “pantalla chica” termina por distorsionarnos la realidad. La sobreexposición a las luces mediáticas se vuelve un simulacro diario que nos distancia de la verdadera acción eficaz, nos pone en el camino de creer que los problemas dependen de la mala voluntad de las personas y se olvidan las causas estructurales.
En su caso, observo la caída acelerada del rating, pese a los esfuerzos del camerin de Hassan y de su sequito de aduladores. Entretenido, como anda ahora con el cuento de la cultura ciudadana, se le olvidó que las actuaciones públicas son esencialmente políticas para resolver problemas que afectan a la gente y no para darle gusto a la audiencia. Esta combinación de factores terminó por conducirlo a cometer graves errores como ese del llamado “Covid Friday”. 
Pero, señor Presidente, aún está a tiempo de corregir el rumbo y volver a recuperar la capacidad de gobierno para emprender acciones eficaces e intrépidas. La primera de ellas, tiene que ver con apartarse del séquito de aduladores y romper el cerco de las compañías tóxicas que le impuso el uribismo en los salones de Palacio. La segunda, es salir del encierro a enfrentar los problemas y recuperar la senda de la gobernabilidad. La tercera es recomponer su gabinete con nuevos apoyos sólidos, críticos y diversos, porque la responsabilidad de su gobierno no es solo con el partido de gobierno sino con toda la nación. Los periodos de gobierno son tan cortos y los problemas tan grandes que apenas queda tiempo para tomar pocas pero grandes decisiones. Cómo lo dijera Danton, líder de la Revolución Francesa “Para vencer hace falta audacia, más audacia y siempre audacia

Luis Alfredo Muñoz Wilches, 14 de julio de 2020

La ñapa de mi “papita”:

Otro líder indígena fue asesinado la semana pasada. Se trata del líder indígena awá, defensor de los derechos humanos y gobernador suplente del resguardo Piguambí Palangala, Rodrigo Salazar que fue asesinado por sujetos armados en el corregimiento de Llorente, del municipio de Tumaco-Nariño. Hecho que ocurrió el mismo día en que la Alta Consejera para los Derechos Humanos del Gobierno, Nancy Patricia Gutiérrez, asistía a la audiencia “Diálogo por el Pacífico” en el departamento de Nariño; desde donde informó que este año han sido asesinados 37 líderes indígenas en Colombia. Según la ONIC, este nuevo crimen se suma al exterminio sistemático de los pueblos indígenas 

3 comentarios:

  1. Este articulo Alfredo dejeme decirle es una verdadera obra de arte, explicas con una pluma magistral los vacios de gobierno que vivimos .Extraordinario✍✍💯

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  2. Articulo bien escrito y bien enfocado

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  3. Excelente y simpático artículo, solo que no creo que tus propuestas para el títere tengan ningún eco. Él está ensimismado y no tiene ni la más mínima capacidad de mirar para afuera

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