Cartel que porta una niña Embera Chamí condenando la violación de que
fue victimna otra niña
Este fin de semana el país se vio
nuevamente conmocionado por dos trágicas noticias: la violación de Wera
Kauchake, la niña Emberá Chami de tan solo 13 años y el anuncio de la alcaldesa
mayor de Bogotá, Claudia
López, de que pronto volveremos a una cuarentena estricta.
La violación de la niña, por parte de 7
soldados de un pelotón del ejército nacional, conocido en el lenguaje militar como
“El Buitre”, ocurrió al parecer dentro de las propias instalaciones del
batallón en la población de Santa Cecilia, Risaralda. La niña fue secuestrada y
sometida a todo tipo de vejámenes por sus captores durante casi dos días, ante
la vista gorda y cómplice de sus superiores. Al mismo tiempo, la alcaldesa de
Bogotá, Claudia López, advirtió a los bogotanos que debemos prepararnos para
volver al confinamiento estricto, ante el rápido aumento del contagio, el nivel
de ocupación de las salas de cuidados intensivos y el número de muertes por
coronavirus en la capital.
En estas circunstancias estamos llegando
rápidamente a una situación definida políticamente como la “tormenta
perfecta”, donde se juntan tres escenarios de crisis: el económico, el político y el de la gobernabilidad. Factores que juntos ponen en jaque la
capacidad del gobierno de Duque para enfrentar está tormenta.
En el escenario económico, el presidente
Duque, se enfrenta a una verdadera encrucijada entre la economía y la vida. Su
tablero de las principales variables macroeconómicas, se ha puesto en rojo: con un desempleo cercano al 22%, una caída del PIB de más de
2,4 puntos y la disminución de las exportaciones en el 52,3%. Más aún, en
materia fiscal, las cifras del gobierno no cuadran: la Universidad Javeriana
señaló “la poca transparencia en el uso
de los recursos públicos para atender la emergencia del Covid-19”, pues
mientras el Gobierno Nacional habla de estar destinando el 11% del PIB, en
realidad el gasto público efectivamente comprometido solo asciende al 2,4%, y
los dineros desembolsados hasta la fecha a penas llegan a 2,7 billones que
equivalen al 0,25% del PIB.
En medio de la emergencia, el gobierno se
mantiene anclado a una política monetaria ortodoxa que privilegia las
operaciones bancarias y sacrifica el necesario gasto público para atender la
pandemia, el empleo y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas. El
presidente Duque, decidió mantener la Ley de Crecimiento Económico que aumentó
las exoneraciones a las grandes empresas, representándole al país el 2,8% del
PIB, aumentando el hueco fiscal al 8% del mismo indicador. De otro lado,
recorta los gastos de salud que demanda la adecuada atención del Covid 19.
En el escenario político, el gobierno
perdío la oportunidad de cambiar la trayectoria de polarización y confrontación
política e ideológica que se apoderó del país desde la firma de los acuerdos de
paz del año 2016. Este clima de polarización dilapidó la oportunidad para hacer
un transición pacífica hacia el posconflicto, con tremendas consecuencias para
la seguridad de las zonas de reinserción, como lo ponen de presente el
asesinato de más de 650 líderes y defensores de los derechos humanos y el
incremento de la violencia contra la mujer y los niños y niñas, tal como lo señalan
los dolorosos episodios de violación de las niñas Emberá Chamí y Nukak Maku, en
Guaviare.
En medio de estas adversas circunstancias,
gobernabilidad del presidente Duque se ha tornado muy precaria, por dos razones: la primera relacionada con las facultades extraordinarias de
la emergencia económica y la falta de controles
políticos.
El gobierno nacional, se ha transformado en
una dictadura civil aprovechando la
inoperancia del Congreso y la lentitud de las Cortes y ha tomado decisiones que normalmente estarían restringidas, ya sea porque
requieren del aval del Legislativo o porque son objeto la resistencia y la
movilización popular. Tal es el caso, del
retorno a las operaciones de fumigación aérea contra los cultivadores de la hoja de coca y marihuana, en los territorios de las
comunidades campesinas e indígenas. El otorgamiento de las cuestionadas licencias de exploración y explotación minera en las áreas de afectación
ambiental como los páramos, áreas forestales y de bosques. La venta de los
activos empresariales del país, de los cuales la codiciada joya de la corona ha
sido siempre Ecopetrol. El rescate de las grandes empresas privadas, para
socializar las pérdidas y privatizar sus ganancias. Y, hasta la autorización
inconsulta y anticonstitucional, de la llegada de la tropas norteamericanas,
interesadas en incendiar el vecindario.
La segunda
tiene que ver con el carácter cada más siniestro de la Fiscalia General de la
Nación, para perseguir a los opositores del gobierno y encubrir los delitos de
sus aliados. Dos casos ilustran la situación:
el escándalo de la “Neñepolítica” y la compra de votos durante la
campaña electoral de Duque con dineros del narcotráfico que está haciendo agua
la credibilidad del Gobierno ante las reiteradas denuncias; y el reciente
intento de exonerar las responsabilidades penales de los violadores y ocultar
la complicidad de los altos mandos del ejercito, involucrados en el secuestro y
violación de las niñas indígenas y de otras menores de edad.
¿Cómo ha llegado el Gobierno a esta
encrucijada? ¿Cuáles son las posibilidades de salir de este “callejón sin
salida”?¿Por qué el presidente Duque ha realizado
un manejo tan errático, improvisado y poco eficaz para su gobernabilidad?
Existen por lo menos 3 razones que lo
explican: la primera tiene que ver con su poca o nula voluntad para
corregir el rumbo y abandonar las políticas de riesgo y polarización. Comprometido
como está con su mentor y dueño, el expresidente Uribe a quien a le debe su cuestionada
elección y la imposición de muchos de sus tóxicos
escuderos.
La segunda razón tiene que ver con
la subordinación que le impone su admiración y cercania ideológica con el
presidente Trump, quién le traza sus agendas, interna y externa, tal como lo
evidencia el retorno de las fumigaciones aéreas y las aventuras para derrocar
la dictadura de Maduro y apoderarse de la riqueza petrolera de venezolana.
La tercera razón, tiene que ver con
su propia incapacidad para afrontar las “decisiones trágicas”. En la
media que no dispone de un soporte político sólido ni cuenta con un “tanque
de pensamiento” que lo acompañen en las grandes tareas de la responsabilidad
estratégica de gobierno! Por eso ante las preguntas dificiles responde “¿de
qué me hablas viejo?”
Como salir de esta “tormenta perfecta”?
Existen por lo menos 5 desafíos
estratégicos que son necesarios afrontar para salir de este callejón sin
salida:
El primero tiene que ver con el
cambio de rumbo para asumir el mayor compromiso ético del momento que es la
defensa y el cuidado de la vida en todas sus formas, principalmente de los
colombianos que están siendo amenazados por los poderes del narcotráfico y la
delincuencia organizada. Cómo dijera Antanas Mockus “la vida es sagrada”
Lo segundo es la apuesta por la
diversidad y la protección del patrimonio natural y cultural. Ante las amenazas
del cambio global es necesario transformar nuestras costumbres, disminuir el
acelere, consumir menos energía y producir menos desperdicios.
El tercer desafío consiste en
trabajar por la construcción de propósitos colectivos de país, relacionados con
la convivencia, la construcción de la paz y la ampliación de la democracia.
El cuarto desafío es lograr la seguridad
y la soberanía alimentaria. Es necesario procurar que todos los hogares tengan
acceso a fuentes de alimentación sana y que se los proveea de las capacidades
para ello.
Finalmente, el quinto desafío es lograr la estabilidad y fortalecimiento de las
instituciones, particularmente de aquellas que nos proveen de la educación y
formación, la salud, el agua potable y la seguridad alimentaria.
Tal como lo expresar Estanislao Zuleta “sólo
un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra y maduro para el conflicto, será
un pueblo maduro para la paz”
Luis Alfredo Muñoz Wilches, junio
30 de 2020
Mi “papita”: Me sumo a la
campaña de varios columnista de recordar a los líderes y liderezas sociales y
defensores de los derechos humanos asesinados en Colombia recientemente. Por
eso quiero presentarles a Jorge Enrique Ormas, sogamoseño y sociólogo
dedicado a la lucha por la agricultura limpia, la conservación de las
tradiciones culturales campesinas y productivas del campo y la autonomía alimentaria. Kike O, como lo recordamos sus amigos fue un luchador por la vida
y el cuidado de la gente que se opuso férreamente a la explotación minera en el
Parque Nacional Los Farrallones de Cali,
lugar donde vivio durante los últimos 10 años y fue asesinado a sus 70 años, el
pasado 16 de mayo en su finca Villacarmelo, en la jurisdicción de la Buitrera.
Monito, como siempre excellente articulo. Gracias
ResponderEliminarSumaría a los desafíos, las apuestas que los gobiernos locales deben jugarselas para un desarrollo económico más autonomo y autodirigido hacia las necesidades y características poblacionales, acordes a sus recursos y ventajas compartivas. Por eje, territorios con cultivos ílicitos deberían invertir en su industrialización, tal como lo están haciendo en la costa, dónde la inversión extranjera está i teresada en productos provenientes de la coca y marihuana. Territorios agrícolas especializados y transformadores con procesos innovadores. Territorios con desarrollos pecuarios, piscícolas y de producción avícola y lechera en procesos de innovación industrial con tecnologías limpias. Así se promovería el empleo, la inversión y la investigación in sitio.
ResponderEliminarBuen analisis. Invitado para que participes en un foro publico para la agencia digital de noticias generacion news..espero respuesta a carlosavelez@generacionnews.com
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