domingo, 12 de abril de 2020

¿Cómo aplanar la curva?: la estrategia del martillo ...

Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical,que ya tanto conocía pero que ahora se había vuelto insoportable y doloroso

García Márquez, Ojos de perro azul”

Este viernes 24 de abril, el país amaneció con la cifra récord de 4.561 casos contagiados, 215 muertos, 306 profesionales de la salud contagiados y 13 médicos muertos por el Covid-19. El caradura del ministro de salud después de afirmar que la epidemióloga Zulma Cucunubá -investigadora del Centro para el Análisis de Infecciones Globales del Imperial College London- había hablado de una supresión de la curva, tuvo que salir a rectificar sus declaraciones. Y se apresuró a decir que el gobierno nacional había tomado todas las medidas de protección del personal de la salud y se atrevió a decir que el gobierno nacional había logrado “aplanar la curva” (sic!).
¡Pero la realidad es tozuda! Y cualquier colombiano, con los dos dedos de frente que nos ha dado la educación secundaria, sabe -por sus escasas nociones de trigonometría- que el comportamiento de una curva sólo puede explicarse por la pendiente que tiene incorporada y en nuestro caso, la pendiente está determinada por el ritmo de crecimiento de los contagiados -a todas luces exponencial- y la otra curva -invisible a los ojos de perro azul del ministro de salud- de la silenciosa expansión de los contagiados asintomáticos, de cuya existencia solo es posible verificar con los test diarios de coronavirus – que en nuestro país del “sangrado corazón” solo tenemos la capacidad de realizar 2.378 pruebas diarias, dramáticamente inferior a las cifras de contagio-. Así que, desde el punto de vista matemático el aplanamiento de la curva del minsalud es una falacia del tamaño de una catedral.
Pero el fallido intento por ocultar esta dramática realidad solo se explica por el afán -a todas luces irresponsable y criminal- de aplanar las otras dos curvas que tienen a este gobierno contra las cuerdas. De una parte, la curva del desgobierno de un gobernante que no tiene agenda propia y que por lo tanto debe ir a la saga de los acontecimientos  o que debe esperar que se la dicten desde  Washington. Y, de otra parte, la curva del mal gobierno que busca enfrentar la emergencia con los instrumentos convencionales y maltrechos de una política pública que no han funcionado para los tiempos normales. Un sistema de la salud pública quebrado por las aventuras financieras de los grandes cacaos que siguen pelechado con las bondades de la Ley 100 -como está pasando con el más reciente decreto 444  que creó el Fondo de Mitigación de emergencias que transfiere a los bancos el ahorro pensional de las entidades territoriales- Unas arcas públicas diezmadas por efectos de las rebajas y exenciones de impuestos a los grandes conglomerados creadas por la famosa Ley de Financiamiento y la caída en los precios del petróleo y el carbón, que nos dejan sin el ahorro público suficiente para atender la emergencia. Unos instrumentos de focalización fragmentados, ineficientes y contaminados por la politiquería y la corrupción, como le acaba de suceder con la caída de la plataforma de entrega del subsidio de ingreso solidario (SIS). A propósito, ¿quién va a responder políticamente por esta catástrofe?  
En síntesis, unas políticas públicas contaminadas con el virus de la corrupción, la ineficiencia y la indolencia del gobierno no traen el alivio ni la mitigación esperada para paliar los efectos de esta pandemia 
¡Mientras todo esto sucede, el gobierno sigue a sus anchas aplanando la curva a martillazos!
Luis Alfredo Muñoz Wilches, Bogotá domingo de ramos

1 comentario:

  1. Nomejoñe, se la escurriste toda al joven Presidente. Ojalá algún día salgamos de la pandemia para equilibrar las cosas, aunque indudablemente las costumbres y hábitos deben cambiar, por el bien de la Pachamama y nosotros.

    ResponderEliminar