“No puedo respirar …”
El grito de George Floyd antes de morir bajo la rodilla de un policía en Minneapolis
El mes de mayo terminó con una incendiaria protesta social, que se extendió como un reguero de pólvora por las principales ciudades de los Estados Unidos y del continente europeo, motivada por la indignación que causó el vil asesinato de George Floyd, un afroamericano, asfixiado por un policía en la ciudad de Minneapolis, Minnesota.
Mayo siempre será recordado como el mes de las más grandes protestas juveniles del mundo contemporáneo. Las primaveras de Berkeley, de París y de Praga fueron escenarios para que los estudiantes universitarios y la juventud de mundo entero se transformaran en los protagonistas del movimiento contracultural y de acción política más significativo de la sociedad de la posguerra. Este movimiento cambió buena parte del sistema de valores de la modernidad, dando lugar a nuevas expresiones e identidades tales como la libertad sexual, el reconocimiento de los derechos sociales, económicos, políticos y culturales de las minorías étnicas y la conciencia ambiental.
Sin embargo, las aspiraciones sociales de cambio, no lograron concretarse y, por el contrario, la situación de pobreza, desigualdad, discriminación, persecución política y opresión se han agudizado. Recientemente, en Colombia, el Acuerdo de Paz abrió las compuertas para el surgimiento de nuevas expresiones como el cacerolazo, una manifestación de respaldo a la protesta estudiantil por un mejor sistema educativo que aún no logra materializarse.
Es común escuchar en nuestro país que, el mejor legado para las nuevas generaciones es una buena educación. Sin embargo, esa aspiración le ha sido negada tradicionalmente a nuestros jóvenes por la incapacidad del sistema público de ofrecer una educación de calidad. El sistema, en medio de la pandemia, ha dejado ver todas sus flaquezas: la carencia de conectividad le está negando el acceso a más del 50% de los estudiantes en las cabeceras municipales y el 70% en las zonas rurales. La deserción escolar y, particularmente, la universitaria ha aumentado dramáticamente. En las universidades, públicas y privadas, se ha acentuado la reducción de la matrícula para el segundo semestre de este año; y al igual que en la educación técnica y tecnológica, se enfrentan a la falta de recursos pedagógicos adecuados para operar en la modalidad virtual.
Nuestro modelo educativo no contribuye a formar buenos ciudadanos, con pensamiento autónomo para reflexionar y argumentar críticamente, y tomar sus propias decisiones. El sistema educativo es un laberinto, con múltiples callejones sin salida que no conecta la educación media con la educación técnica, tecnológica, ni universitaria. Cada una funciona como compartimientos separados; dificultando la adopción de las recomendaciones de la Misión de Sabios 2019. En consecuencia, no ha sido posible la creación de las condiciones para ofrecer una educación de calidad, a partir de la integración, la universalización, la diversificación de la educación media, y su vinculación con la educación postsecundaria.
Debemos prepararnos para enfrentar los grandes retos de la educación del siglo XXI, que vincule a los jóvenes a la sociedad del conocimiento, la innovación social y el desarrollo tecnológico. Para ello, es necesario pensar en una reforma educativa integral que aborde los siguientes aspectos:
En primer lugar, se requiere integrar el conocimiento fragmentado. Los estudiantes deberán desarrollar su capacidad para conocer y aprehender la complejidad de los ecosistemas que caracterizan la vida social; donde las dimensiones económica, social, cultural y ambiental están mutua y estrechamente relacionadas y forman parte de realidades cada vez más interdependientes.
La pandemia ha evidenciado como un pequeño virus puede minar las bases del poderoso sistema-mundo. El moderno estilo de vida globalizado nos ha hecho vulnerables ante cualquier alteración de los ecosistemas que conforman la compleja vida en este planeta. Por estas razones, ahora más que nunca, se requiere promover un conocimiento capaz de comprender los problemas globales y complejos contemporáneos, donde “el más leve aleteo de una mariposa puede tener efectos en cualquier lugar del mundo”.
En segundo lugar, como lo afirma E. Morin, se requiere volver a la enseñanza de la condición humana, para comprender que somos seres integrales, cuya unidad compleja ha sido desarticulada por una educación basada en disciplinas independientes que no se comunican entre sí. Necesitamos de una educación cuyo objetivo esencial sea aprender de la frágil condición humana, formando ciudadanos con capacidad para conocer, convivir y actuar solidariamente ante las amenazas que se ciernen sobre la humanidad y sobre el planeta tierra.
En tercer lugar, se requiere de una educación pertinente. Los procesos de enseñanza deben articular la información y el conocimiento global para comprender el contexto histórico y social donde estamos inmersos. Es necesario enseñar con métodos e instrumentos que permitan relacionar lo local con lo global. “Pensar globalmente y actuar localmente” fue la expresión usada por el movimiento ambientalista Amigos de la tierra y adoptada años más tarde como un lema de la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) para abogar por pequeñas acciones locales que contribuyan a proteger el medio ambiente.
En cuarto lugar, es necesario formar a los formadores. El sistema educativo requiere de un nuevo maestro, que incorpore recursos pedagógicos propios de la educación virtual y con ello conduzca a los niños, niñas y jóvenes hacia una educación basada en el conocimiento, innovación y uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Para ello, los maestros deben desarrollar nuevas competencias y habilidades en manejo de redes del conocimiento, innovación, inteligencia artificial, entre otros.
Se deben sumar a esta estrategia acciones que faciliten la comunicación alumno-profesor, y padre de familia de tal manera que se pueda evaluar periódicamente el avance de las habilidades personales, cognitivas y sociales involucradas en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Para hacer realidad lo anterior, es condición indispensable lograr el acceso universal y gratuito al internet de banda ancha y que el Ministerio de Educación prepare y ponga en marcha un ambicioso programa de formación de los nuevos maestros conjuntamente con los gobiernos departamentales y municipales.
Uno de los mayores retos de la educación virtual es lograr que los estudiantes, con el acompañamiento de sus profesores, tutores y profesionales especializados, puedan desarrollar capacidades y habilidades para el aprendizaje autónomo, haciendo uso de recursos y materiales de apoyo, como la tv educativa, las bibliotecas virtuales, las ludotecas, el citilab y el maker space, entre otros.
El quinto reto es el de promover la integración de la educación y los sistemas productivos a través de redes de innovación. La integración de los niveles, ciclos y modalidades educativas entre sí, y con el sector productivo, así como con los sistemas de investigación, innovación y desarrollo tecnológico, es condición para lograr una educación pertinente a los requerimientos del desarrollo regional y local. En este sentido, la Misión de Sabios 2019 recomienda articular la educación a los procesos de transformación productiva, basados en la diversidad natural y cultural del país. Esta estrategia contribuye a superar la dependencia de las economías extractivas del petróleo, el carbón y los recursos naturales y, en su lugar, promover la producción agrícola, el uso de los servicios ambientales y el desarrollo de economías creativas buscando la sostenibilidad de los sistemas.
El sexto reto lo constituye el acceso de todos los jóvenes a la educación media, y su vinculación a la educación técnica, tecnológica y universitaria. Se trata de que los jóvenes puedan obtener titulaciones dobles y continuar con los procesos de formación superior. Para ello es necesario promover el establecimiento de centros de formación y prestación de servicios tecnológicos regionales y/o subregionales, donde los estudiantes del nivel medio y secundario puedan realizar pasantías y/o prácticas de innovación y transferencia de tecnologías apropiadas para el desarrollo de los entornos productivos y sociales locales y regionales.
Finalmente, en séptimo lugar, promover la transformación de las estructuras institucionales y de la gestión escolar. Sistemas de gobernanza más flexibles y democráticos que incorporen a las comunidades locales y a los representantes del sector productivo en la escuela, podrán responder mejor a las demandas de sus entornos sociales, productivos, culturales y ambientales.
Solo con una profunda reforma educativa podremos lograr procesos de cambio continuo y permanente que hagan realidad las aspiraciones de la protesta social.
Luis Alfredo Muñoz Wilches, Bogotá mayo de 2020
Excelente radiografía de la educación en Colombia.
ResponderEliminarUn excelente análisis del estado de nuestra educación.la apuesta hacia la transformación si bien es compleja y requiere articular circúitos, creo que es vital romper esquemas y extructuras academicistas, sudtituir la eterna discusión de los currículos nuevos por la de modelos educativos incluyentes y diversos. Es hora de pedagogías con énfasis en lo humanístico. Por ejemplo, la pedagogía del CUIDADO. Formar cuidadores de sí mismos, del entorno, del otro del alter ego. La tierra clama por seres humamos diferentes, volver la mirada hacia la autocrítica sin apasionamiento, pero con la esperanza de un mundo mejor.
ResponderEliminarEl mundo es un libro abierto, hay que leer entre líneas. Aprender de los errores, para no caer en la desesperanza, mirarnos el ombligo para ver q no somos invencibles, que hay un pasado el cual es urgente exprimir para sacarle el mejor jugo donde se refresquen las nuevas ideas y propuestas. El reto es un mañana sin subvaloración del otro. La otredad, plena de diversidad, la construcción conjunta, el futuro donde "todos ponen" donde "todos ganan" a pesar de nuestras viles bajezas del individualismo.
ResponderEliminarMuy interesante artículo, especialmente en lo que se refiere a su necesaria apuesta por humanidad, integralidad y pertinencia. Lamentablemente son muchos los obstáculos a resolver, no solamente la carga administrativa y la falta de recursos, sino también y muy especialmente, la concepción de la política educativa.
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