martes, 24 de septiembre de 2013

EL TERCER TIEMPO DE LA PAZ


EL TERCER TIEMPO DE LA PAZ


Lo dijo Francisco Gutiérrez en el marco del Dialogo Mayor sobre “conflicto, desigualdad y transformaciones agrarias en Colombia”, realizado la semana pasada en Bogotá, el proceso de paz necesita de un “segundo tiempo”. Dejando flotar en el ambiente, el interrogante sobre el rumbo de las negociaciones que llevan a cabo en La Habana para la firma del Acuerdo de terminación del conflicto armado. De cuyos resultados depende, en buena medida, las posibilidades del segundo mandato del Presidente Santos, o el reencauche del proyecto uribista y, por supuesto, la suerte de una tercería de centro-izquierda en nuestro país.

El ritmo de las conversaciones del gobierno con la insurgencia de las FARC y sus resultados en materia de la reforma rural, la sustitución de cultivos ilícitos, la reparación a las víctimas, la aplicación de la justicia transicional, la participación política de los exguerrilleros y, por consiguiente, la dejación de las armas, inevitablemente acaparan el debate electoral 2013-2014. No puede ser de otra forma, dado que constituye el problema político colombiano más importante de los últimos 50 años y de cuyo desenlace depende buena parte de las transformaciones socio-económicas y políticas que el país debe abocar en los próximos 20 años, en lo que los estudiosos han llamado el postconflicto.

Este escenario de transición o “segundo tiempo” del proceso de paz, fue abordado por reconocidos investigadores nacionales y extranjeros[1], a partir de la presentación de experiencias nacionales e internacionales que nos pueden servir de referencia para encontrar las claves interpretativas del postconflicto, en materia del diseño de políticas públicas redistributivas, reformas institucionales y, en general, de promoción del desarrollo con justicia social y de consolidación de una paz duradera.

Un ejercicio académico muy útil para formular algunos interrogantes que a todas luces no están siendo parte de las agendas políticas de la coyuntura electoral. El bloque de fuerzas políticas de centro derecha, conocido como “Unidad Nacional”, se ha puesto en la tarea de defender las reformas impulsadas por la administración del primer gobierno de Santos para justificar su aspiración reeleccionista. Del otro lado, la extrema derecha agrupada en el denominado “Puro Centro Democrático”, intenta demostrar que el gobierno Santos sólo ha sido una pausa nefasta en la sostenibilidad de las políticas de “seguridad democrática”, “confianza inversionista” y “cohesión social” y apela a un retorno a las épocas oscuras de confrontación y exterminio del “terrorismo” armado.

Mientras tanto, las fuerzas del centro democrático y de la izquierda se mueven en el pantano de las divisiones y las recriminaciones mutuas que les impide presentarse como una alternativa democrática y progresista capaz de llenar el vació político dejado por la crisis de legitimidad y representatividad de las fuerzas políticas tradicionales. Esto es, como lo señala León Valencia, una “coyuntura trágica”.

Algunas de las preguntas que nos deja la reflexión del Dialogo Mayor: existe una relación de causalidad entre desigualdad, conflicto y desarrollo?. El despojo y la concentración de tierras en Colombia es causa o consecuencia del conflicto armado? Y, en ese sentido, es posible alcanzar las metas y los resultados propuestos por el Gobierno con la aplicación de la Ley de víctimas y restitución de tierras? Qué tipo de “arreglos institucionales” son necesarios llevar a cabo para lograr la gobernabilidad y la gobernanza de los territorios que han sido epicentros del conflicto armado en Colombia? El resurgimiento de los movimientos sociales urbanos y rurales que experimenta el país actualmente hacen parte de las transformaciones sociales y políticas que requieren la transición hacia el postconflicto? Es posible lograr un acuerdo sobre las transformaciones sociales y políticas que el país requiere, en medio de la polarización política-electoral, la falta de legitimidad y la ausencia de un claro liderazgo nacional?

Este dialogo académico permitió ver el atisbo de nuevas aproximaciones a estos temas, que intentaré señalar desde el ámbito de las políticas públicas. En primer lugar, la inmensa mayoría de los conflictos armados que se dieron en el mundo con posterioridad a la segunda guerra mundial demuestran que no existe una correlación entre desigualdad y conflicto, y mucho menos que lo uno conduzca a lo otro. En segundo lugar, la experiencia colombiana, muestra que la violencia y los conflictos armados condujeron a incrementar la concentración de la tierra como consecuencia del despojo y el desplazamiento de los habitantes rurales. Sin embargo, la concentración de la propiedad rural no solo se ha dado por la vía de la coerción de los actores armados sino también por los medios no coercitivos utilizados por empresarios que generan una gran especulación en los mercados de tierras legales. Esta ha sido una experiencia documentada (Uribe) en la región del Catatumbo, donde la violencia paramilitar de las últimas dos décadas (1990-2000) fue seguida de una “nueva colonización” de empresarios y gentes llegadas del magdalena medio antioqueño y cordobés. En tercer lugar, los mecanismos de justicia transicional incorporados a la Ley de Víctimas han hecho que el programa de restitución de tierras marche a paso de tortuga, en medio de crecientes tensiones y acciones violentas que proliferan en los territorios donde las estructuras políticas y paramilitares permanecen intactas.

Este conjunto de situaciones configuran lo que los investigadores denominan las grandes “transformaciones territoriales” derivadas del copamiento armado y paramilitar de las estructuras institucionales locales. De tal manera, que se requiere de un rediseño de las políticas de restitución y redistribución de tierras, donde se exploren nuevos arreglos institucionales y mecanismos administrativos que garanticen una vía más expedida y eficiente para la reparación a las victimas y el acceso a la tierra por parte de los campesinos pobres.

Es este el nuevo escenario, donde se debe jugar el tercer tiempo del postconflicto para construir una paz duradera con justicia social. En palabras de nuestro querido novel García Márquez que al referirse a su entrañable amigo y compañero de viaje Alvaro Mutis digo: “Maqroll no es sólo él. Maqroll somos todos


[1] Francisco Gutiérrez, Darío Fajardo, Sonia Uribe, Ana María Ibáñez, Lina Céspedes, Pranab Bardhan, Albert Berry, Henrik Wiig y Elisabeth Wood.

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