COLOMBIA PAIS DIVERSO Y CON GRANDES DESIGUALDADES
REGIONALES
Colombia se caracteriza por ser un país
heterogéneo en su geografía, con diferentes niveles de desarrollo regional y
condiciones culturales y sociales diversas. Además, el país presenta grandes brechas
en el desarrollo de sus territorios, las cuales son un reflejo, entre otros
aspectos, de las trampas de la pobreza, de la complejidad de las relaciones
territoriales y de condicionamientos históricos estructurales.
En particular,
las brechas regionales se han incrementado significativamente durante los
últimos años, lo que
indica una mayor incidencia de la pobreza en ciertas regiones; particularmente,
en aquellas regiones más apartadas y asiladas. En efecto, mientras la pobreza
cayó más rápidamente (13%) al pasar del 49,7% en el 2002 al 36,9% en el 2009. la
pobreza rural pasó de 69,2% a 64,3%, con lo cual la brecha urbano-rural aumentó hasta el punto que la pobreza
rural es 1,62 superior a la urbana.
Son múltiples
los factores que explican el relativo atraso de nuestras áreas rurales. En primer término, las tasas de crecimiento
(PIB) regional durante el periódo 1990-2005 han sido muy desiguales y muy poco
convergentes. Como puede observarse en el gráfico Nº 1 mientras un grupo de
departamentos de la región Caribe (Guajira, Cesar y Córdoba) y Nororiental
(Casanare y Meta) tuvieron un tasas de crecimiento promedio anual superiores al
4,5%, la mayoria de los departamentos del eje cafetero (Antioquia, Caldas,
Quindio y Risaralda) y de la región CentroOriente (Boyacá, Cundinamarca, Huila
y Tolima) crecieron a tasas inferiores al promedio nacional (3,5%), y
finalmente, departamentos como Choco (1,6%), Guaviare (-0,8%), Arauca (-1,45) y
Amazonas (-5%) tuvieron un crecimiento negativo. Paradogicamente, los departamentos
del primer grupo que fueron favorecidos con desarrollo de la mineria y la
explotación petrolera, presentan índices elevados de pobreza (46,1% y 37,2%
respectivamente), miseria (23,2% y 17,7%) y de concentración de los ingresos
(GINI de 0,534 y 0,642 respectivamente). Igualmente, los departamentos del
borde Pacífico (Choco, Cauca y Nariño) muestran los mayores índices de pobreza
(62,5%), y miseria (19%).
En segundo lugar, las dificultades que
tienen los pobladores de las regiones aisladas para acceder a los bienes
públicos se reflejan a los menores niveles de cobertura y calidad de los
servicios de educación, salud, agua potable y saneamiento básico; las
deficiencias en las infraestructuras para la prestación de servicios tales como
energía, telefonía, conectividad, transporte, recreación, cultura y deportes.
Lo mismo que el acceso a las tecnologías de información y comunicaciones (TIC),
la innovación y la asistencia técnica agropecuaria.
En tercer lugar, los conflictos en el
acceso y uso de los recursos del suelo, agua, recursos biológicos y
ambientales, y en general, de los recursos naturales generan una mayor
vulnerabilidad de la población rural frente a fenómenos tales como el cambio
climático, los desastres naturales y los riesgos propios de la agricultura.
En cuarto lugar, la carencia y debilidad de
instituciones públicas de apoyo al sector rural capaces de garantizar un marco
de regulación y protección de los derechos fundamentales de los pobladores
rurales, ha agudizado la inestabilidad y la precariedad de los espacios de
participación ciudadana y la gobernabilidad local.
En quinto lugar, es bien sabido que
nuestras áreas rurales han sido severamente afectadas por una larga
inestabilidad económica, social y política, pues en ellas se han dado las
mayores manifestaciones de violencia por el conflicto interno, además de haber
sido el escenario más frecuente para los problemas derivados de los cultivos
ilícitos y de la actividad del narcotráfico. Cabe mencionar que como resultado
directo de lo anterior, existen cerca de 3 millones de personas desplazadas,
algunas de las cuales fueron objeto del despojo de tierras o dejaron
abandonadas sus propiedades en muchas regiones del país. A esta situación de pobreza
rural se le ha sumado el fenómeno de desplazamiento forzado que durante los
años 2000-2010 despojo de sus tierras de aproximadamente 830.000 hogares
campesinos. Con lo cual la situación de la gran mayoría de los 11,8 millones de
habitantes que viven en las áreas rurales empeoró.
En general se
destaca la precariedad de las políticas públicas de desarrollo rural y la
atomización y fragmentación en la asignación de los recursos, lo cual ha generado
grandes ineficiencias en la aplicación de los recursos públicos y, sobre todo, unos
bajos impactos en las condiciones de vida de los pobladores del sector rural.
Las más
recientes evaluaciones sobre el resultado de las intervenciones de las entidades
encargadas de ejecutar las acciones encaminadas a promover el desarrollo rural
coinciden en señalar en sus conclusiones aspectos tales como:
- El carácter centralista y el sesgo
agropecuario en la estructuración de los planes y programas de desarrollo
territorial y de las intervenciones de las entidades nacionales en los
territorios.
- Los esfuerzos realizados por estas entidades
se caracterizan por estar notoriamente dispersos, y no existe articulación
alguna entre las distintas intervenciones
- Es muy bajo el nivel de coordinación entre
las organizaciones encargadas de promover el desarrollo rural, tanto al interior
del sector agrícola, como entre los demás sectores que tienen que intervenir
con las acciones bajo su responsabilidad que son indispensables para el
desarrollo de las zonas rurales
- Las características productivas del sector
rural son diversas y se diferencian por región y por productos, pero las
políticas del sector agropecuario tienden a ser cada vez generales, han perdido
su capacidad de adaptarse a las condiciones de los productores y generan una
distribución desigual y a veces inequitativa de los recursos públicos.
- Las intervenciones que actualmente se aplican
al sector rural no responden a las necesidades de ordenamiento productivo ni al
objetivo de lograr un uso más eficiente del suelo, y carecen de un verdadero
enfoque de competitividad en el cual las decisiones productivas respondan a
factores vinculados con los mercados a los cuales se pretende atender.
CONTEXTO
INTERNACIONAL
El mundo de hoy
se caracteriza por el proceso de globalización, el cual se manifiesta como la
creciente gravitación de los procesos económicos, sociales y culturales de
carácter mundial sobre aquellos de carácter puramente local, nacional o
regional. Aunque no se trata de fenómeno nuevo –dado que sus raíces se remontan
a períodos históricos anteriores- los cambios dramáticos que se están operando
en los espacios y tiempos generados por la revolución en las comunicaciones y
la información han configurado nuevos escenarios, que representan inmensos
retos para los países, las regiones y las localidades. En particular, estas transformaciones
han dado lugar al surgimiento de nuevos territorios más integrados
con los contextos urbanos, regionales e internacionales. Las antiguas fronteras
y divisiones tienden a desaparecer y en su lugar han aparecido nuevas
dimensiones del desarrollo regional (Schejtman, 1999).
Los estudios
recientes sobre los nuevos territorios reconocen dos rasgos principales que
caracterizan esas transformaciones: la creciente heterogeneidad de su
estructura productiva y su articulación con los procesos de apertura e
internacionalización de los mercados en el mundo. Como consecuencia del primer
fenómeno, en Colombia, al igual que la mayoría de los países latinoamericanos, coexisten
unas regiones modernas o capitalistas y unas regiones atrasadas y
desarticladas; lo cual plantea grandes desafíos en el diseño de las políticas
públicas de desarrollo.
En relación con
el segundo proceso, de internacionalización e integración de los mercados a
escala mundial, también ofrecen nuevos retos, pero también, oportunidades. La mayoría
de los países de la región han entendido –con sobrada razón- que las
estrategias de desarrollo regional deben diseñarse hoy en función de las
posibilidades que ofrece y los requerimientos que exige una mayor integración a
los mercados regionales e internacionales. Una de las dimensiones más
relevantes del proceso de globalización es la gradual e inexorable
generalización de ideas, valores y formas de consumo que se hacen cada vez más
globales. Uno de los aspectos que mejor expresan esta tendencia integradora son
los Tratados de Libre Comercio (TLC) que se pactan entre países o regiones para
enfrentar mejor las oportunidades y los retos de la internacionalización
económica.
El contexto
internacional de la presente década se caracteriza por la tendencia alcista de
los precios internacionales de los alimentos y las materias primas agrícolas –commodities-, que comenzó a sentirse
durante el segundo semestre de 2010, como resultado de la conjugación de la
crisis económica de las economías desarrolladas y el incremento de la demanda
mundial de alimentos y materias primas sustentado en la expansión del consumo
de países como China e India.
En este
contexto, los países de América Latina y el Caribe –ALC- han experimentado un
crecimiento de las actividades agrícolas y rurales, favorecido por el alza de
precios y una mejora en la productividad del sector agropecuario. El positivo
comportamiento del valor agregado agrícola (VAA) refleja mejor el crecimiento
de los ingresos reales de los factores de producción, dado que en la última
década se presentaron ciclos de crecimiento en los ingresos reales
significativamente mayores que en los volúmenes de producción. En efecto, el
ingreso real agrícola promedio de ALC creció un 13,3% en el 2002, 10,2% en
2003, 10,9% en 2007 y 10,1% en 2009, al mismo tiempo que la tasa de crecimiento
del volumen de producción agrícola no supero el 5% durante esos años.
En general, el
comportamiento del VAA ha sido muy positivo en toda la región de ALC, pues
mientras en los países del Cono Sur las tasas de crecimiento promedio anuales
estuvieron alrededor del 4,6%, en las demás subregiones estuvieron en 2,5% (2,5
en Centroamérica, 2,4% en el Caribe, 2,3% en la región Andina y 2,2% en el
Norte).
Las Agencias de
Desarrollo, tales como CEPAL, FAO e IICA,
estiman que la tendencia al alza en los precios internacionales de los
commodities se mantendrá a largo plazo –en un ciclo expansivo de 12 o 15 años
más-. Estas agencias esperan que durante el presente año la producción agrícola
continúe aumentando, particularmente la de los cereales, tal como lo fue
durante el 2010 en que se incrementó la producción en más del 7% en comparación
con el año anterior, gracias a las mejores condiciones climáticas, seguidas de
incrementos en el área sembrada y aumento de los precios.
Igualmente se
espera que la producción de biocombustibles continúe aumentado. Algunas de las
previsiones más relevantes para ALC son las siguientes:
- Elevación de precios de los biocombustibles y alimentos en términos
reales en el largo plazo;
- China continuará jalonando
el crecimiento de la economía mundial y será uno de los socios más importantes
de ALC, demandando una mayor cantidad de productos agroalimentarios, con lo
cual contribuirá a reanimar los flujos de comercio agroalimentario;
- El desafió de lograr la
seguridad alimentaria mundial estimulará la producción competitiva de alimentos
de calidad en ALC;
- Los países que deseen
afrontar con éxito estos desafíos deberán incentivar de manera decisiva el
desarrollo y el fortalecimiento de la investigación, la innovación y la
información de calidad del sector agropecuario y rural.